A pocos días del final del Jubileo de la Esperanza, en este tiempo de Adviento y Navidad los cristianos en todo el mundo aún tienen ocasión de darle el que podría ser el mejor regalo para las almas de nuestros seres queridos ya fallecidos: una indulgencia plenaria y con esto una “salida” pronta del purgatorio para llegar a la visión plena de Dios en el Cielo.

“Un regalo profundamente cristiano”

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Para el vicerrector de la Catedral de Puebla (México), ofrecer una indulgencia plenaria por un alma del purgatorio en este tiempo de Adviento y Navidad “es un regalo profundamente cristiano”.

La Catedral de Puebla es una de las 11 iglesias jubilares en la Arquidiócesis de Puebla de los Ángeles, que ya ha convocado a los fieles a participar en la clausura diocesana del Jubileo de la Esperanza este 28 de diciembre.

“En Navidad pensamos mucho en nuestros seres queridos, también en aquellos que ya partieron. Ofrecer la indulgencia jubilar por ellos es un acto de amor y de esperanza”, dijo a ACI Prensa.

“No regalamos cosas materiales, sino algo mucho más valioso: una oración, una obra espiritual, una súplica confiada a la misericordia de Dios. Es una manera concreta de vivir la comunión de los santos, que une a la Iglesia del cielo, de la tierra y del purgatorio”, destacó.

El P. Manuel Corral Martín, canónigo de la Catedral Metropolitana de la Arquidiócesis Primada de México, destacó que a través de las indulgencias y los distintos actos de oración y piedad ofrecidos por los fieles difuntos “podemos sacar no una, sino mil almas del purgatorio”.

Sin embargo, indicó a ACI Prensa, cruzar una puerta jubilar no es decir “simplemente ‘ya pasé, qué bueno’”, sino hacerlo “con todo el respeto”, reconociendo que “pasar por la Puerta Santa es la oportunidad que me da Dios de que mi vida sea transformada a través de los sacramentos, a través de la penitencia (...) y que lo ofrezco por aquellas personas que conocí, que si están en el purgatorio que el Señor tenga misericordia de ellos, y que con mi humilde oración puedan encontrarse con el amor pleno de Dios”.

En el caso de la Arquidiócesis Primada de México, son tres las iglesias en las que se han abierto puertas jubilares: la Catedral Metropolitana, la Basílica de Guadalupe y la iglesia Esperanza de María en la Resurrección del Señor.

El Arzobispo Primado de México, Cardenal Carlos Aguiar Retes, ha anunciado la celebración de la Misa el domingo 28 a las 6:00 p.m. en la Catedral Metropolitana, para dar “por concluido este año de gracia”.

La noche previa, destacó el P. Corral Martín, la Catedral Metropolitana acogerá “una vigilia de oración (y) estará la catedral abierta para todos los que deseen participar”.

Las puertas jubilares

Tres Puertas Santas en Roma y las comúnmente llamadas “Puertas del Perdón”, abiertas en iglesias de todo el mundo, se cerrarán el 28 de diciembre con ocasión del fin del año jubilar, por lo que quedan pocos días para cruzarlas y obtener una indulgencia plenaria, ya sea por uno mismo o por un alma que se encuentra en el purgatorio.

Todas las puertas, con excepción de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, serán cerradas el domingo 28 de diciembre. El Papa León XIV cerrará la Puerta Santa de la basílica vaticana el domingo 6 de enero de 2026, concluyendo así el Año Jubilar.

Adviento, Navidad y fin del Jubileo, una “pedagogía de Dios”

Que el Adviento y la Navidad coincidan con el final del Año Jubilar no es “una coincidencia casual”, advierte el P. Cruz Saldaña, sino que se trata de “una verdadera pedagogía de Dios: El Adviento nos prepara para acoger a Cristo que viene, y el Jubileo nos invita a abrir el corazón a la misericordia. La Navidad nos recuerda que Dios no se quedó lejos, sino que entró en nuestra historia”.

“Que el Jubileo concluya en estos días nos dice algo muy claro: la esperanza tiene un rostro, y ese rostro es Jesús. Él es la Puerta por la que Dios sale al encuentro del hombre y por la que el hombre vuelve a Dios”.

“Estos días nos disponen interiormente. El Adviento y la Navidad ablandan el corazón: nos vuelven más sensibles, más conscientes de nuestras fragilidades y también de nuestro deseo de reconciliación”.

Precisamente en el marco de la celebración de la Navidad del fin del Año Jubilar, la Catedral de Puebla acogerá una “jornada penitencial” el lunes 22 de diciembre de 8:00 a.m. a 8:00 p.m., “para que los fieles puedan vivir este cierre con profundidad espiritual y una reconciliación profunda”, dijo.

El P. Corral Martín resaltó que este tiempo de Adviento “es un tiempo de gracia por una razón: porque Dios se hace presente se hace presente en la humanidad, en un niño de lo más indefenso”.

Estos días, subrayó, deben llevarnos “al encuentro con Jesucristo”, Dios mismo que se “ha hecho uno de nosotros para enseñarnos a vivir, a ser hombres y mujeres de bien para la misma humanidad, para construir el reino”.

“El camino continúa”

El P. Cruz Saldaña resaltó que este 28 de diciembre “las puertas se cierran, pero el camino continúa. El Jubileo no termina en un gesto externo, sino que deja una tarea interior: vivir cada día con esperanza, cuidar la vida espiritual, practicar la caridad concreta y mantener un corazón reconciliado”.

“La verdadera puerta santa es Cristo, y esa puerta permanece siempre abierta. Si el Jubileo nos ayudó a rezar más, a reconciliarnos, a ser más solidarios, entonces seguirá dando fruto mucho después de su cierre”, aseguró.

Para el P. Corral Martín, es “clave” llevar como una lección jubilar la importancia de “hacer comunidad, pues como dijo más de un santo: o nos salvamos todos o nos perdemos todos”.

“Somos Iglesia y como Iglesia tenemos que construir, porque somos el cuerpo de Cristo y tenemos que hacer que ese cuerpo crezca”, especialmente de cara a “un mundo tan materializado que nos está llevando justamente a un vacío existencial tan grande, a un sin sentido de la vida”.

¿Qué es una indulgencia y cómo obtenerla al final del Año Jubilar?

En Spes non confundit, el Papa Francisco explicó que la indulgencia “permite descubrir cuán ilimitada es la misericordia de Dios. No sin razón en la antigüedad el término ‘misericordia’ era intercambiable con el de ‘indulgencia’, precisamente porque pretende expresar la plenitud del perdón de Dios que no conoce límites”.

Mientras que “el sacramento de la Penitencia nos asegura que Dios quita nuestros pecados”, indicó, “como sabemos por experiencia personal, el pecado ‘deja huella’, lleva consigo unas consecuencias; no sólo exteriores, en cuanto consecuencias del mal cometido, sino también interiores”, que llevan a que “en nuestra humanidad débil y atraída por el mal, permanecen los ‘efectos residuales del pecado’”.

“Estos son removidos por la indulgencia, siempre por la gracia de Cristo”, aseguró Francisco.

Entre otras formas determinadas por la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, para obtener la indulgencia plenaria, además de peregrinar y cruzar las puertas jubilares, los fieles deben —“movidos por espíritu de caridad”— estar “purificados a través del sacramento de la penitencia y alimentados por la Santa Comunión” y orar “por las intenciones del Sumo Pontífice”.

Aunque la norma es que “se puede conseguir sólo una Indulgencia plenaria al día”, la Penitenciaría Apostólica señaló que “los fieles que habrán emitido el acto de caridad en favor de las almas del Purgatorio, si se acercan legítimamente al sacramento de la Comunión una segunda vez en el mismo día, podrán conseguir dos veces en el mismo día la Indulgencia plenaria, aplicable sólo a los difuntos”.