Caso Rupnik: Dos exreligiosas comparten desgarrador testimonio y denuncias de abusos

Exreligiosas Gloria Branciani y Mirjam Kovac Las exreligiosas Gloria Branciani y Mirjam Kovac en conferencia de prensa este 21 de febrero. | Crédito: Almudena Martínez-Bordiú / ACI Prensa.

Este miércoles 21 de febrero, dos presuntas víctimas del P. Marko Rupnik, exjesuita acusado de haber cometido graves abusos de índole sexual, espiritual y psicológica contra al menos 20 mujeres durante décadas, han hecho su primera aparición pública y compartido su testimonio en una rueda de prensa en Roma.

Mirjam Kovak (quien no denuncia haber sufrido abusos sexuales, pero sí espirituales y de conciencia) y Gloria Branciani, han narrado lo que vivieron en la Comunidad Loyola, institución cofundada por el P. Rupnik en Eslovenia a principios de 1990. El exjesuita también impulsó el Centro Aletti de Roma años más tarde. 

Durante la conferencia, las exreligiosas estuvieron acompañadas por la abogada Laura Sgró, conocida por ser también la letrada de Pietro Orlandi, hermano de Emanuela, la joven que desapareció en el Vaticano en la década de 1980, así como por su participación en el caso Vatileaks.

También estaban acompañadas por Anne Barrett Doyle, presidenta de Bishops Accountability, una plataforma estadounidense que lleva registro de denuncias de abusos sexuales cometidos en la Iglesia Católica. En la conferencia de prensa, Barrett Doyle ha requerido que se abra una comisión de investigación en la Santa Sede para aclarar si el P. Rupnik fue encubierto “al más alto nivel de los jesuitas y el Vaticano”. 

“Verdad y justicia no pueden ser consideradas demandas extraordinarias”, ha explicado Barrett, cinco años después de que el Papa Francisco impulsara la Cumbre sobre la Protección de Menores en la Iglesia, un tiempo en el que, considera, se han producido “los mayores actos de encubrimiento”. A este respecto citó los casos del fundador de los Legionarios de Cristo, P. Marcial Maciel, y el del excardenal estadounidense Theodore McCarrick.

El texto de este artículo puede herir la sensibilidad del lector.

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Al menos 20 víctimas en la Comunidad Loyola

La primera en compartir su testimonio fue Mirjam Kovak, eslovena nacida en 1962 que formó parte de la Comunidad Loyola. Allí, rememora, se unieron personas con ideales que fueron “frustrados por abusos de todo tipo: de conciencia, de poder, espirituales, psíquicos, físicos y a veces también sexuales”, dijo al inicio de su intervención. 

Cuando su compañera Gloria Branciani abandonó la comunidad, en 1993, ella era la secretaria de gobierno, mientras que Ivanka Hosta, que cofundó la institución junto al P. Marko Rupnik, ejercía de superiora general, motivo por el que fue conociendo “cada vez más” experiencias de otras hermanas con Rupnik. 

Según su testimonio “al menos 20” de las hermanas de la Comunidad Loyola habrían sido víctimas del P. Rupnik.

Cuando el P. Rupnik fue apartado de la Comunidad Loyola en otoño de 1993 “fue una liberación”, asegura. Pero “la semilla del abuso permaneció en la comunidad” y “nuestra libertad personal era cada vez más restringida”, motivo por el cual abandonó la institución en 1996.

No ha sido hasta hace casi una década que algunas hermanas de la comunidad “empezaron a hablar de su desacuerdo con la fundadora” y elevaron la denuncia al Arzobispo de Ljubljana, Mons. Stanislav Zore, OFM. Este proceso, ha recordado, desencadenó una inspección y la disolución del gobierno interno de la comunidad. “Fue a raíz de estos acontecimientos cuando las hermanas empezaron a hablar de los abusos, incluso maltratos que habían sufrido por parte de Marko Rupnik”, añadió.

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Luego tomó la palabra Gloria Branciani, nacida en 1964, quien realizó estudios de Medicina, es licenciada en Filosofía y ha trabajado como educadora de personas con necesidades especiales. 

Ante los periodistas reunidos en Roma, compartió un extenso y desgarrador testimonio acerca de los abusos físicos y espirituales que denuncia haber sufrido durante los años en los que el P. Rupnik fue su director espiritual, y que le llevaron a querer quitarse la vida. Sin embargo, afirma que no ha perdido la fe y que el peso y la culpa que sentía "Dios ha sabido convertirlo en vida". 

Escapó del P. Rupnik “porque quería morir”

Branciani aseguró que ha decidido compartir su testimonio tras comprender su responsabilidad ética y moral. El 22 de enero de 1993, tras años de graves abusos, decidió "escapar" de la Comunidad Loyola "porque quería morir, no quería sentir todo el dolor y la pérdida total de mi identidad, no veía nada positivo en mi vida". 

“El abuso de conciencia, el abuso con mayúsculas es el que posibilita todos los demás abusos, y lo he sufrido personalmente, porque a través de la manipulación de  mi mundo espiritual entró en mi mundo psíquico”, expresó. 

Branciani además aseguró que el exjesuita, a quien conoció con 21 años, entró en su “mundo espiritual", justificándolo con "una relación espiritual con Dios".

También ha denunciado que ejercía “presión” sobre su personalidad tratando de cambiarla  en “las ideas, la forma de pensar, la forma de comportarme, de vestir, la emociones y, naturalmente en mi caso, el proyecto vocacional”. 

En concreto, denuncia “una imposición de su visión espiritual, teológica y artística, que adquirió para mí un poder cada vez más grande y exclusivo frente a todas mis dudas”. 

Branciani expuso que la manipularon para reestructurar su personalidad, sustituyéndola por una “dependiente, subyugada, mansa”. 

Los pedidos cada vez más atrevidos del P. Rupnik

Poco a poco, asegura, el exjesuita la colmó de atenciones y cumplidos y le decía que se proyectaba “hacia una integración personal de alma, cuerpo y espíritu”. Al mismo tiempo, habrían comenzado las indicaciones controvertidas.

Así, le reprochaba que abrazara a sus amigos como rasgo de una personalidad extrovertida en exceso. Un día que le invitó a su estudio, le pidió que se sentara en una silla detrás de él: “Se giraba muchas veces y me miraba mientras pintaba, fijándose en partes de mi cuerpo. Recuerdo la primera vez que se acercó a mí y me levantó la falda por encima de las piernas y me dijo que ese era un gesto que hacía Nuestra Señora en el icono que estaba colocado encima de la jamba de la entrada de la puerta del estudio”.

Además, “muchas veces decía que me besaba, en realidad, como se besa el altar en el que se celebra la Eucaristía”, añadió. 

Esas inconductas continuaron hasta que en junio de 1986, el P. Rupnik le pide la noche antes de un viaje a Grecia “que vaya con él a celebrar la Eucaristía” pero Branciani ya sabía lo que significaba: “Era sólo la excusa para dejar que me desnudara”, por eso declinó y trató de cambiar la conversación. Según el testimonio, el exjesuita habría reaccionado de manera agresiva.

En sus declaraciones de hoy, Branciani pone rostro al testimonio que, bajo el pseudónimo de Anna, se dio a conocer en diciembre de 2022, denunciando nuevamente que el P. Rupnik la hizo participar en tríos sexuales con otra religiosa, para tener “una relación a imagen de la Trinidad”, así como que la llevó a salas de cine pornográfico en Roma: “para él la pornografía era también una forma de arte”.

Además, dijo que el exjesuita llegó a amenazarla para evitar que lo delate: “Era mi palabra contra la suya, lo negaría todo y me haría parecer una loca”.

Llegó a considerar la muerte como su “única vía de escape”

Al poco tiempo, confiesa, “empecé a darme cuenta de que la muerte era la única vía de escape”, pues se sentía “violada en mi integridad y en mi relación con lo divino. Este es el punto más devastador: la humillación profunda de todo mi ser”. 

A pesar de eso, queda un resquicio para la esperanza: “Creo que sólo Dios, el verdadero, el amor, todavía podría transformar en vida”, lo que ha descrito como “un peso en mi corazón”.

Años después de lo ocurrido, sus sentimientos son de “desesperación, pánico, impotencia, decepción, fracaso, asco, desprecio por lo que me había convertido, vergüenza, tristeza miedo, ira y mucho más”, ha detallado. 

“Miedo a que saliera a la luz el escándalo”

Tras denunciar las inconductas del P. Rupnik en 1993 ante su superiora, Ivanka Hosta, no se le permitió hablar de nuevo con él. Así que pidió cita con quien consideraba que era el padre espiritual del exjesuita.

“Cuando comencé a hablarle en confesión de todo lo que había vivido con Rupnik, me paró después de los dos primeros minutos y me dijo: ‘No, mira, para. Son cosas tuyas. No quiero saber nada’. Entonces, me aconsejó que escribiera una carta de dimisión de la Comunidad Loyola”, relató. 

“Esa fue la primera vez que pude comunicarle a alguien lo que me había pasado” pero, lejos de que hubiera consecuencias inmediatas, “lo bloqueó todo por completo por miedo a que saliera a la luz el escándalo”, acusa Branciani.

En el otoño de 1993, el P. Rupnik fue apartado de la Comunidad Loyola. 

La reacción del Vaticano

Horas después de que se conocieran los testimonios de las dos exreligiosas, la Oficina de Prensa de la Santa Sede emitió un comunicado en el que señala que “el caso está siendo examinado actualmente por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe” y que “en los últimos meses, a raíz del encargo recibido del Papa a finales de octubre, el Dicasterio se ha puesto en contacto con las instituciones implicadas a título diverso en el asunto para recibir toda la información disponible sobre el caso”.

El departamento de comunicación vaticano añade que ahora se trata “de estudiar la documentación adquirida para determinar qué procedimientos será posible y útil aplicar”, luego de haber ampliado “el radio de la búsqueda a realidades no contactadas anteriormente” y después de haber recibido sus respuestas.

El caso Rupnik

El P. Marko Rupnik es conocido a nivel mundial por las numerosas obras artísticas que ha realizado en diferentes partes del mundo, entre ellas el logo del Jubileo de la Misericordia convocado por el Papa Francisco entre 2015 y 2016 y la imagen oficial del X Encuentro Mundial de las Familias que se realizó en Roma en 2022.

Desde diciembre de 2022 se han hecho públicas en diversos medios de comunicación denuncias contra el P. Rupnik por abusos psicológicos, físicos y sexuales.

De acuerdo a la Compañía de Jesús, las primeras denuncias que recibieron contra el P. Rupnik se remontan a octubre de 2018, relacionadas con la absolución de un cómplice por un pecado contra el sexto mandamiento (“No cometerás actos impuros” o “No cometerás adulterio”).

Para mayo de 2020, la Congregación (hoy Dicasterio) para la Doctrina de la Fe determinó que el P. Rupnik era culpable y declaró que había quedado excomulgado latae sententiae (inmediatamente) al cometer el delito canónico. La sanción fue levantada por el propio dicasterio vaticano ese mismo mes.

Nuevas acusaciones aparecieron en junio de 2021, pero en octubre de 2022 la Congregación para la Doctrina de la Fe determinó que los casos habían prescrito.

Tras diversas sanciones, finalmente en julio de 2023 la Compañía de Jesús expulsó al P. Rupnik de la Orden.

Un mes después, la Diócesis de Koper (Eslovenia), incardinó al P. Rupnik. Su obispo, Mons. Jurij Bizjak defendió su decisión, señalando que al no haber una sentencia judicial en su contra se presume "su inocencia".

En septiembre de 2023, el Vaticano informó que el Papa Francisco levantó la prescripción del caso Rupnik, y ordenó que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe inicie un proceso, luego de que se detectaran “graves problemas en el modo en el que se manejó el caso”.

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