Hoy la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial de los Pobres, la primera del pontificado del Papa León XIV. Esta fecha fue instituida por el Papa Francisco el 21 de noviembre de 2016, al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
“A la luz del ‘Jubileo de las personas socialmente excluidas’, mientras en todas las catedrales y santuarios del mundo se cerraban las Puertas de la Misericordia, intuí que, como otro signo concreto de este Año Santo extraordinario, se debe celebrar en toda la Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada mundial de los pobres”, escribió el Santo Padre en la carta apostólica Misericordia et misera.
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En este documento, el Papa Francisco explicó que la jornada “ayudará a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa, no podrá haber justicia ni paz social”.
El Papa León XIV y su primera Jornada Mundial de los Pobres
Este domingo 16 de noviembre, el Papa León XIV presidirá una Misa por esta jornada y luego compartirá un especial almuerzo, en el Aula Pablo VI con 1300 personas, entre pobres y personas representantes de organizaciones que los asisten.
En el marco de esta celebración, el Papa León visitó el viernes 14 el nuevo ambulatorio San Martín, construido bajo la columnata de la Plaza de San Pedro, inaugurado tras diez años de la apertura del ambulatorio Madre de Misericordia, la estructura de la Limosnería Apostólica que ofrece diariamente asistencia sanitaria gratuita a quienes viven en situaciones de indigencia.
En octubre de este año, León XIV publicó su primera exhortación apostólica, titulada Dilexi te (“Te he amado”) que —según él mismo explicó— nació de un proyecto iniciado por el Papa Francisco para abordar la necesidad de que la Iglesia no deje de amar, servir y redescubrir el rostro de Cristo en los pobres de hoy.
Allí, el Papa León resalta que es necesario “insistir en este camino de santificación”, porque, según escribe, “no se puede amar a Dios sin extender el propio amor a los pobres”.
En agosto, el Pontífice compartió un almuerzo en la localidad de Albano, con más de 100 invitados, entre pobres asistidos por la Cáritas Albano, residentes de los centros de acogida y casas de familia, personas sin hogar y usuarios de los centros de escucha.
El mensaje del Papa León para la IX Jornada Mundial de los Pobres
El 13 de junio de 2025, en el día de San Antonio de Padua, Patrono de los Pobres, el Papa León XIV publicó su mensaje para la IX Jornada Mundial de los Pobres, la primera de su pontificado, titulado “Tú, Señor, eres mi esperanza (cfr Sal 71,5)”.
“El Dios viviente es, de hecho, el ‘Dios de la esperanza’ (Rm 15,13), que, en Cristo, mediante su muerte y resurrección, se ha convertido en «nuestra esperanza» (1Tm 1,1). No podemos olvidar que hemos sido salvados en esta esperanza, en la que necesitamos permanecer enraizados”, señala el Santo Padre.
En ese sentido, “el pobre puede convertirse en testigo de una esperanza fuerte y fiable, precisamente porque la profesa en una condición de vida precaria, marcada por privaciones, fragilidad y marginación. No confía en las seguridades del poder o del tener; al contrario, las sufre y con frecuencia es víctima de ellas”, resalta el Papa León.
“Resuenan claras y fuertes las palabras con las que el Señor Jesús exhortaba a sus discípulos: ‘No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben’ (Mt 6,19-20)”, prosigue León XIV.
La pobreza más grave es no conocer a Dios
El Papa León destaca asimismo que “la pobreza más grave es no conocer a Dios”, como decía el Papa Francisco en la Evangelii gaudium, y anima a trabajar por el bien común, especialmente por los pobres, con caridad y esperanza.
En su mensaje, León XIV remarca también que “los pobres no son una distracción para la Iglesia, sino los hermanos y hermanas más amados, porque cada uno de ellos, con su existencia, e incluso con sus palabras y la sabiduría que poseen, nos provoca a tocar con las manos la verdad del Evangelio”.
Para concluir, el Papa León anima a confiar “en María Santísima, Consuelo de los afligidos, y con ella entonemos un canto de esperanza haciendo nuestras las palabras del Te Deum: ‘In Te, Domine, speravi, non confundar in aeternum —En ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre’”.






