La Iglesia Católica en Nigeria ha realizado un estudio que registra el secuestro de 212 sacerdotes entre 2015 y 2025. La investigación, remitida a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés), documenta secuestros en al menos 41 de las 59 diócesis del país africano.
El 25 de diciembre, el ejército de Estados Unidos —con el apoyo del gobierno nigeriano— condujo ataques contra elementos del Estado Islámico (ISIS) en el país, que "han estado atacando y asesinando brutalmente, principalmente, a cristianos inocentes", según el presidente estadounidense Donald Trump.
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"Previamente advertí a estos terroristas que si no detenían la masacre de cristianos se desataría un infierno, y esta noche lo hubo", declaró Trump sobre la acción.
De los 212 sacerdotes secuestrados en Nigeria, 183 fueron liberados o lograron escapar, mientras que 12 fueron asesinados y otros tres fallecieron después de su cautiverio por los traumas y heridas que sufrieron. Estos datos, asegura ACN, concuerdan con su Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo de 2025, que presenta a Nigeria “como uno de los países más peligrosos del mundo para el clero y los líderes religiosos”.
Otros cuatro sacerdotes se encuentran aún secuestrados: “el P. John Bako Shekwolo, el P. Pascal Bobbo, el P. Emmanuel Ezema y el P. Joseph Igweagu. El informe también confirma que al menos seis sacerdotes fueron secuestrados más de una vez, lo que pone de manifiesto la persistente vulnerabilidad del clero católico”, señala ACN.
“No obstante, el número real de casos es con toda seguridad mayor. Los datos de 18 diócesis aún no han sido presentados, y ACN ha registrado de forma independiente casos aislados de secuestros en los últimos años en al menos cinco diócesis adicionales que todavía no están incluidas en el estudio. Además, el informe no contempla los incidentes que afectan a órdenes y congregaciones religiosas”, añade.
El impacto de la violencia, continua la fundación pontificia, “ha sido devastador para las comunidades cristianas locales”. Aldeas enteras han sido obligadas a desplazarse, parroquias han sido abandonadas y la vida pastoral ha sido “gravemente interrumpida en amplias zonas del país”.
“La diócesis con mayor número de secuestros según el informe es Okigwe, con 47 casos, seguida por Port Harcourt (14) y Nsukka (13). Otras diócesis también presentan cifras especialmente elevadas, entre ellas Kaduna, Kafanchan y Nnewi, cada una con nueve secuestros”, explica ACN.
“En cuanto a los asesinatos, la Arquidiócesis de Kaduna ha sufrido el mayor número de sacerdotes asesinados en la última década (cuatro), seguida por Kafanchan (dos), Minna (dos), y Abeokuta, Nnewi, Owerri y Sokoto (uno cada una)”, precisa.
¿Quién está detrás de la violencia?
ACN señala que la violencia en Nigeria no afecta únicamente a los cristianos, aunque la comunidad cristiana sufre “una persecución dirigida por motivos religiosos, especialmente en regiones dominadas por grupos yihadistas y milicias etnorreligiosas”.
Según su informe anual, “en el norte del país la principal amenaza proviene del terrorismo yihadista, particularmente de grupos como Boko Haram y la Provincia de África Occidental del Estado Islámico (ISWAP), cuyo objetivo declarado es imponer una ideología islamista radical”.
En el centro de Nigeria, la violencia proviene de los ataques de milicias fulani que son responsables “de asesinatos masivos, desplazamientos forzados, destrucción de aldeas mayoritariamente cristianas y ocupación de tierras agrícolas”.
A pesar de que los conflictos muchas veces se presentan con motivos étnicos o económicos, “en la práctica afectan de forma desproporcionada a las comunidades cristianas y tienen una clara dimensión religiosa”, dice la fundación pontificia.
“A ello se suma una discriminación estructural e institucional persistente, que deja a muchas comunidades cristianas del norte sin una protección efectiva por parte del Estado”, agrega.





