Miguel Cabrera y Esther Martínez han puesto en marcha en España “Sí a María”, una empresa que organiza peregrinaciones a santuarios y nace de una llamada a llevar familias a la Virgen para facilitar el encuentro con su Hijo.
Aunque este emprendimiento se lanza a finales de 2025, su origen se remonta a 2024, cuando este matrimonio peregrinó a Medjugorje junto a sus dos hijas. “Tanto Esther, mi esposa, como yo, sentimos de forma independiente que la Virgen nos pedía que lleváramos a familias”, explica Miguel a ACI Prensa.
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Poco después, de forma providente, el párroco de San Antonio de las Cárcavas, en Madrid, P. Miguel González Caballero, fue a comer a su casa y les propuso que organizaran una peregrinación para familias a Fátima.
“Surgió como algo muy espontáneo, muy de familia, muy de parroquia, pero a la hora de realizar la primera peregrinación, a la vuelta sentimos que la Virgen decía: queremos un poquito más de vosotros”, detalla Miguel.
En la oración descubrieron algo más: “No me vas a traer hijos a mí. Tú, a través mía, los vas a llevar al Sagrado Corazón de Jesús”. Así fue como organizaron una peregrinación a la Basílica Santuario de la Gran Promesa de Valladolid, donde consagraron su iniciativa al Sagrado Corazón, pocos meses después de haberlo entronizado en su casa.

Una prueba de fe y abandono como la de Abraham
Todo parecía encajar, pero Dios tenía reservada una prueba a Miguel y Esther. “Cuando ya tenemos todo hecho, todo invertido, el Señor dice: ‘Tú has dicho sí a María, ¿no? Pues ahora te voy a poner un poquito más a prueba”.
Problemas presupuestarios en la empresa de Miguel provocaron su despido de un día para otro, con lo que tuvieron que decidir si profesionalizar del todo su apostolado de peregrinaciones o aparcarlo.
“Una familia muy bonita, muy cercana nuestra, nos dijo: a vosotros os está pasando lo mismo que a Abraham. Dios le dijo: ofréceme a tu hijo. Y justo cuando estaba a punto de sacrificarlo, le paró el ángel y le dijo: no, en este momento te ofrezco el mejor cordero”, relata Miguel.
Así es como decidieron entregarse a la providencia. “En el fondo del corazón, a pesar de una situación humana muy, muy, muy dura, tenemos la serenidad de que sabemos perfectamente que esto es una llamada de la Virgen”, añade.

Esa serenidad es fruto de mucha oración y vida de gracia. “Estando junto al Señor, horas de oración, horas con el Santísimo, estando en gracia, el Señor va obrando, te va dando esa seguridad, esa serenidad en tu corazón, sabiendo que ese es el camino correcto a pesar de las contrariedades. El Señor murió en la cruz, ¿cómo no voy yo a sufrir?”, explica Miguel.
“El Señor da la gracia para que podamos afrontar esas dudas terrenales, ese apego al dinero, al coche, a un salario... Pero ¡qué bonito que tu jefe sea Jesús!”, añade.
Del Fiat a Sí a María
Como todo en este proyecto, el nombre tampoco es casual. En un inicio, comenzaron llamándolo Fiat en honor del “hágase” de la Virgen. Pero a la hora de legalizar la empresa y la marca, la incompatibilidad con la marca de coches fue insuperable.
Para hallar un nuevo nombre “estuvimos rezando muchísimo”, explica Miguel. Tanto él como su esposa llegaron a la conclusión de que debía reflejar la llamada que habían sentido en Medjugorje en 2024: “La Virgen nos ha llamado y nosotros tenemos que decir ’Sí a María’. Y ya no solamente nosotros, sino que el peregrino tiene que decir ‘Sí a María’. ¿Para qué? Para que le acerque al Señor”.





