“No se trata de superar la muerte de un hijo. Se trata de descubrir el misterio de tu paternidad y tu maternidad con este hijo que es una luz para la Iglesia y para el mundo”.

Esta es la misión de En Vela, una funeraria católica que, inspirada por la Providencia, se ha especializado en recibir, acoger y despedir a los bebés fallecidos para que los padres puedan vivir en plenitud su vocación.

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Hace siete años, Helena Acín se encontraba en Francia, conviviendo con la Comunidad del Cordero. Era el 24 de marzo de 2018 y estaba a punto de comenzar la Semana Santa y se celebraba el oficio de la Unción de Betania. 

Tras la celebración, una de las hermanas falleció. “Se continuó celebrando los oficios con el cuerpo presente de la hermanita y era como si con la liturgia se revelase lo que acontecía en el momento de la muerte”, detalla Elena en conversación con ACI Prensa. 

La profundidad de lo vivido le impulsó a crear En Vela. Fue como “una flecha que bajó del cielo y que me vino: ¡Esto es tan bello! Lo quiero ofrecer a todo el mundo. Voy a montar una funeraria”, recuerda. 

Helena Acin puso en marcha En Vela tras una ceremonia con la Comunidad del Cordero. Crédito: En Vela.
Helena Acin puso en marcha En Vela tras una ceremonia con la Comunidad del Cordero. Crédito: En Vela.

Al volver a Madrid, comenzó esta labor. Al principio, atendían a las familias de adultos fallecidos. Llegó la pandemia del covid y Elena quedó nuevamente impresionada al comprobar que, “en ese contexto tan duro en el que no se podían ni comprar ni flores ni velar, el Señor se las apañaba para que las personas recibiesen signos de que Él estaba allí”.

Acompañar el nacimiento al cielo de los bebés

El 16 de julio de 2020, recibieron su primer encargo relacionado con un bebé que había fallecido en su casa a las nueve semanas de vida prenatal. Hasta ese momento, era una realidad desconocida. 

Ese mismo día, acudió de nuevo a una celebración de la Comunidad del Cordero, esta vez en Madrid. Y, pese a ser julio, se cantó un cántico de Navidad que resonó con fuerza en su corazón: 

“Describía exactamente lo que acabábamos de vivir, hablaba de cómo la Virgen María tomó al niño, lo envolvió en pañales y lo depositó en un pesebre. Pero el canto litúrgico sigue diciendo: Y el Niño quedó sepultado en un sepulcro virgen”, explica Helena.

Así comprendió que “igual que la Pascua de un adulto se vive iluminado por la Pascua de Jesús adulto, la Pascua de un niño pequeño es la Pascua de la Navidad”.

Reflexionando sobre los textos que la liturgia propone a lo largo de la Octava de Navidad, Helena descubrió un itinerario de ocho estaciones de luz para acompañar el nacimiento al cielo de los bebés.

Una familia espera a recoger el cuerpo de su hijo, poco antes de enterrarlo. Crédito: En Vela
Una familia espera a recoger el cuerpo de su hijo, poco antes de enterrarlo. Crédito: En Vela

Aquellos padres que lo recorren, pueden acercarse a una verdad que acoge y consuela: que su misión “no es sólo llevar a sus hijos al cielo, sino que, en el cielo, continúan siendo padres que acompañan a su hijo”.

“Lo que queremos transmitir siempre es la luz pascual que es: tu hijo ha muerto, hay un descenso a los infiernos, que es el Sábado Santo, y que el Señor quiere sanar todo lo que acontece. Pero luego hay una resurrección”, añade.

El icono de la Navidad

Un elemento esencial del trabajo desarrollado por En Vela es un icono de la Navidad con el que introducen a los padres en este camino espiritual que les permite sentirse acompañados, tal vez una de las mayores necesidades ante la tragedia de la muerte de un hijo.

Este icono contiene varios signos que pueden hacerse cercanos a los padres dolientes. "María está yacente, con un manto rojo en forma de grano de trigo que muere. Ha abrazado a su hijo, pero luego lo ha depositado en el pesebre, fajadito. Parece que esté en una caja". Tanto, que en En Vela se inspiraron en ella para construir sus pequeños féretros. 

San José tiene un rostro preocupado. Frente a él, un anciano encorvado, con forma de interrogante, que simboliza las preguntas que en ese momento no hallan respuesta. “En la oración también entran todos esos gritos de ‘¿por qué?’, que se convierten en oración cuando se lanzan al Señor”, explica Helena. 

La sepultura para bebés de En Vela, con el icono de la Navidad que inspira su apostolado. Crédito: Nicolás de Cárdenas / ACI Prensa.
La sepultura para bebés de En Vela, con el icono de la Navidad que inspira su apostolado. Crédito: Nicolás de Cárdenas / ACI Prensa.

Los ángeles se presentan “tan indignos de tomar en sus manos al Niño” que las tienen cubiertas, “como signo de la dignidad” del bebé que ha fallecido y que “es una persona a la que sirven todos los ángeles y tiene su ángel de la guarda”. 

El icono está salpicado de una serie de manzanos, con sus frutos, que parecen moverse, como agitados. En ellos se puede reconocer cómo “toda la creación queda tocada por el nacimiento de este niño”, único e irrepetible. 

Enterrar a niños abortados de forma voluntaria

Para Helena Acín y su pequeño equipo de colaboradoras, uno de los mayores retos ha sido afrontar la llamada de madres que pedían enterrar al hijo al que iban a abortar días después. 

Así, se plantearon cómo afrontar la situación sin que se pueda deducir que “hay una bendición de lo que está aconteciendo”, pero teniendo en cuenta que “la Iglesia tiene que estar cerca de estas personas”, explica Helena, quien subraya que el bebé tiene “toda la dignidad de un niño y de un hijo”.

Así, han acudido a los negocios del aborto a recoger a los niños, una labor que considera importante para que el bebé “reciba amor” y sea “enterrado con dignidad”. Esta actitud de acogida planta una semilla que en ocasiones va fructificando poco a poco, incluso con la ayuda de sacerdotes. 

Una imagen de la Virgen de la Ternura queda cara a cara con los bebés dentro de la caja. Crédito: Nicolás de Cárdenas / ACI Prensa.
Una imagen de la Virgen de la Ternura queda cara a cara con los bebés dentro de la caja. Crédito: Nicolás de Cárdenas / ACI Prensa.

Entre estos casos, Elena recuerda dos significativos. Por un lado, recibieron una llamada en la que la madre pedía saber cómo era el bebé: “Fuisteis las últimas personas que visteis a mi hijo”.

En otra ocasión, tras una homilía centrada en la misericordia, una madre pidió públicamente perdón a su hija por lo que había hecho. “Realmente, sólo el encuentro con la misericordia te puede hacer entrar en la verdad”, explica la fundadora de En Vela.

Una sepultura dorada

En el Cementerio Sacramental de San Lorenzo y San José, en Madrid, tiene En Vela un sepulcro preparado para estos bebés, al pie de un ciprés enorme que se eleva al cielo.

La lápida vertical tiene el icono de la Navidad. El interior de la tumba está pintado de dorado, no por casualidad. Fue petición del hermano de un bebé enterrado, pues el gris original del cemento le entristeció mucho. 

La sepultura de En Vela para bebés está en el Cementerio Sacramental de San Lorenzo y San José en Madrid. Crédito: En Vela.
La sepultura de En Vela para bebés está en el Cementerio Sacramental de San Lorenzo y San José en Madrid. Crédito: En Vela.

En una pared interna, junto a los féretros, como acogiéndolos a todos, hay una imagen de la Virgen de la Ternura. Es la misma que se coloca en la tapa de las pequeñas cajitas para que el niño y la Madre de Dios estén cara a cara por toda la eternidad. 

ACTUALIZACIÓN: 29 de octubre de 2025 a las 10:11 GMT+2.