La Cámara de Senadores de Uruguay aprobó el miércoles 15 de octubre el proyecto de ley de muerte digna que abre las puertas a la eutanasia en el país.
Tras una votación favorable de 20 senadores —de 31 asistentes—, el proyecto de ley, que había sido previamente aprobado en agosto por los diputados uruguayos, irá al despacho del presidente Yamandú Orsi, miembro del Frente Amplio, grupo político que promovió la iniciativa legislativa.
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Orsi tiene entre sus facultades promulgar la ley o vetarla parcial o totalmente.
La norma aprobada por el Senado permitiría que cualquier persona mayor a los 18 años en Uruguay, y que “padezca una o más patologías o condiciones de salud crónicas, incurables e irreversibles que menoscaben gravemente su calidad de vida, causándole sufrimientos que le resulten insoportables”, tenga acceso a la eutanasia.
Con este resultado, Uruguay se convertiría en el primer país de América del Sur en legalizar la eutanasia a través de un trámite legislativo. Países como Colombia y Ecuador abrieron las puertas a esta práctica a través de mecanismos judiciales.
Una ley que “fomenta la ‘cultura de la muerte’”
En un comunicado difundido tras la votación del Senado, la Conferencia Episcopal del Uruguay señaló que “esta ley fomenta la ‘cultura de la muerte’”.
“En un país con una alta tasa de suicidios, con serias dificultades para abordar el tema de la salud mental, esta ley va en contra del valor y la dignidad de la vida humana y nos pone en un riesgoso camino de naturalizar la búsqueda de la muerte como solución a situaciones de la vida que se pueden enfrentar de otra manera”, expresaron los obispos uruguayos.
Retomando un mensaje difundido en junio de este año, los obispos aseguraron que “cada vida humana aparece ante nosotros como algo único, irrepetible e insustituible, su valor es independiente de su estado de salud, etnia, sexo, cultura, situación socio económica, o cualquier otra circunstancia”.
“Morir con dignidad significa morir sin dolor u otros síntomas mal controlados; morir a su tiempo natural, sin que se acorte o se prolongue de forma innecesaria la vida; morir rodeado del cariño de la familia y los amigos; morir con la posibilidad de haber sido informado adecuadamente, eligiendo, si se puede, el lugar (hospital o domicilio) y participando en todas las decisiones importantes que le afecten; morir con la ayuda espiritual que precise”, añadieron.
Los prelados señalaron que “como Iglesia que peregrina en Uruguay queremos seguir trabajando a favor del cuidado de la vida y de su dignidad, como es reconocida también por nuestra Constitución y por la firma de varios tratados internacionales por parte de nuestro país”.
“Estamos convencidos que compartir los momentos humanos de mayor debilidad se puede transformar en la gran oportunidad para encontrar juntos el sentido trascendente y profundo de nuestra vida”, concluyeron.





