El Papa León XIV aseguró que “Peregrinos de esperanza”, el lema del Año Jubilar 2025, “¡no es un eslogan que dentro de un mes pasará! Es un programa de vida”.
“‘Peregrinos de esperanza’ significa gente que camina y que espera, pero no con los brazos cruzados, sino participando”, aseguró el Santo Padre, en la Audiencia Jubilar que presidió la mañana de este sábado 6 de diciembre en la Plaza de San Pedro del Vaticano, con el tema “Esperar es participar – Alberto Marvelli”.
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León recordó que “hace poco hemos entrado en el tiempo litúrgico de Adviento, que nos educa para estar atentos a los signos de los tiempos”.
“Esta espera no es pasiva”, subrayó, destacando que “el Nacimiento de Jesús nos revela a un Dios que nos involucra: María, José, los pastores, Simeón, Ana, y más adelante Juan el Bautista, los discípulos y todos aquellos que encuentran al Señor quedan involucrados, son llamados a participar”.
“¡Es un gran honor, y qué vértigo! Dios nos involucra en su historia, en sus sueños. Esperar, entonces, es participar”, señaló.
El Papa indicó que “el Concilio Vaticano II nos ha enseñado a leer los signos de los tiempos: nos dice que nadie logra hacerlo solo, sino juntos, en la Iglesia y con tantos hermanos y hermanas, se leen los signos de los tiempos. Son signos de Dios, de Dios que viene con su Reino, a través de las circunstancias históricas”.
“Dios no está fuera del mundo, fuera de esta vida: aprendimos en la primera venida de Jesús, Dios-con-nosotros, a buscarlo entre las realidades de la vida. Buscarlo con inteligencia, con el corazón y con las mangas remangadas”, añadió.
“En los problemas y en las bellezas del mundo, Jesús nos espera y nos involucra, nos pide que obremos con Él. ¡He aquí por qué esperar es participar!”, dijo.
Luego el Santo Padre recordó la vida y obra de Alberto Marvelli, proclamado beato por San Juan Pablo II en 2004.
Marvelli, dijo León, fue “un joven italiano que vivió en la primera mitad del siglo pasado. Educado en la familia según el Evangelio, formado en la Acción Católica, se licenció en ingeniería y se asomó a la vida social en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, que él condena firmemente”.
“En Rímini y sus alrededores se compromete con todas sus fuerzas a socorrer a los heridos, a los enfermos, a los desplazados. Muchos lo admiran por esta entrega desinteresada y, después de la guerra, es elegido concejal y encargado de la comisión para la vivienda y la reconstrucción”, continuó.
“De este modo entra en la vida política activa, pero precisamente cuando se dirige en bicicleta a un mitin es arrollado por un camión militar. Tenía 28 años”, recordó el Papa.
El Santo Padre subrayó que el Beato Alberto Marvelli “nos muestra que esperar es participar, que servir al Reino de Dios da alegría incluso en medio de grandes riesgos. El mundo se vuelve mejor si nosotros renunciamos a un poco de seguridad y tranquilidad para elegir el bien. Esto es participar”.
Al finalizar su catequesis, el Papa alentó a preguntarnos: “¿estoy participando en alguna iniciativa buena, que comprometa mis talentos? ¿Tengo el horizonte y el aliento del Reino de Dios cuando realizo algún servicio? ¿O lo hago rezongando, quejándome de que todo va mal?”.
“La sonrisa en los labios es el signo de la gracia en nosotros”, resaltó, señalando a continuación que “nadie salva el mundo solo. Y ni siquiera Dios quiere salvarlo solo: Él podría, pero no quiere, porque juntos es mejor”.
“Participar nos hace expresarnos y vuelve más nuestro aquello que, al final, contemplaremos para siempre, cuando Jesús vuelva definitivamente”, concluyó.




