El Obispo de Chartres (Francia), Mons. Philippe Christory, dirigió una carta a los senadores de Eure-et-Loir, región perteneciente a su diócesis, en la que denuncia que el suicidio asistido y la eutanasia contradicen “una ley inmemorial: no matarás”.

La misiva del prelado francés llega en un momento decisivo, ya que el proyecto de ley sobre el “final de la vida” se encuentra en revisión parlamentaria tras años de presión política para legalizar la eutanasia en el país. 

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Este proyecto de ley, presentado en mayo pasado, introduce el concepto de “asistencia para morir”, un término que abarca tanto la eutanasia —donde un tercero administra directamente la sustancia letal— como el suicidio asistido, en el que el propio paciente ejecuta el acto final. Los promotores lo describen como “una muerte natural”.

Aunque el procedimiento deberá estar sujeto a una evaluación médica, la propuesta legislativa también contempla que los adultos que padezcan una condición grave e incurable que cause sufrimiento físico o psicológico considerado insoportable podrían ser elegibles.

Los miembros del Parlamento también aprobaron el 24 de mayo de este año la creación de un delito por obstaculizar el acceso a la “asistencia para morir”, el cual criminalizaría cualquier intento de impedir el acto en sí o el acceso a información sobre el mismo.

En este contexto, Mons. Christory apeló al derecho a la objeción de conciencia de aquellos médicos que “no pueden contemplar la posibilidad de cometer un acto letal”, ya que iría en contra de su conciencia “y del propósito mismo de su profesión, que es cuidar y apoyar a los pacientes en su proyecto de vida, incluso si esta se acerca a su fin físico”.

El obispo denunció que la falta de apoyo del Parlamento francés a estos profesionales es “inaceptable”, ya que “la libertad de conciencia nunca debe ser suprimida ni limitada; es un derecho fundamental de toda persona”.

Tras lamentar la elevada tasa de suicidios en Francia —en el año 2023 se registraron más de 8.000 suicidios—, Mons. Christory recordó que la esencia de una civilización avanzada “es promover la vida y apoyar la de quienes sufren”, y precisó que quienes piden terminar con su vida a menudo carecen de apoyo. 

“El final de la vida puede ser un momento decisivo para la reconsideración, la reconciliación y el intercambio con sus seres queridos”, agregó. Al término de su misiva, exhortó a los senadores a que “promuevan un plan de vida, no un plan de muerte que manche nuestra cultura”.