La plaza de San Pedro del Vaticano se convirtió este domingo en el corazón de la devoción al Señor de los Milagros, con una procesión sin precedentes que reunió a más de 4.000 fieles latinoamericanos, en su mayoría peruanos. 

Desde primera hora de la mañana, los miembros de las 40 hermandades del Señor de los Milagros, llegados desde América del Sur, Estados Unidos y Europa, avanzaron con paso solemne por las calles de Roma. 

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La imagen del “Cristo Morado” fue escoltada hasta la plaza de San Pedro para participar en la Misa de canonización de siete nuevos santos, presidida por el Papa León XIV.

Al concluir la ceremonia, y tras el rezo del Ángelus, el Santo Padre, “peruano de corazón” y con nacionalidad peruana desde 2015, dirigió un saludo a los peregrinos:

“Extiendo mi saludo a los peregrinos presentes, en particular a la Hermandad del Señor de los Milagros, que ha celebrado la tradicional procesión”, dijo el Pontífice entre aplausos.

Entre los devotos podían verse a los cargadores, las cantoras y las sahumadoras, mujeres vestidas de blanco y morado que esparcían el clásico sahumerio (humo aromático= al paso del anda sagrada.

El origen de esta devoción se remonta al siglo XVII, cuando un esclavo angoleño pintó una imagen de Cristo crucificado en una pared de adobe en Lima que resistió milagrosamente los terremotos que devastaron la ciudad en 1655 y 1687.

Desde entonces, cada octubre miles de fieles en Perú acompañan la procesión de la imagen, ataviados con el tradicional hábito morado, en un testimonio de fe y unidad popular.

Hoy esta tradición se ha expandido a los cinco continentes, acompañando a las comunidades peruanas en el extranjero. En ciudades de todo el mundo, la procesión congrega a miles de devotos, en un sıímbolo de identidad, esperanza y fraternidad.