El Cardenal Luis Cabrera Herrera, Arzobispo de Guayaquil (Ecuador), aseguró que, de cara a la crisis social y política que vive el país, “necesitamos de hombres y mujeres de paz, dispuestos a tender puentes entre todos los pueblos y culturas, entre pobres y ricos, entre campo y ciudad”.
En su homilía de la Misa celebrada este 5 de octubre, el Cardenal Cabrera Herrera recuerda que “el Evangelio de hoy nos presenta a los apóstoles suplicando a Jesús: ‘Auméntanos la fe’ (Lc 17,5). El Señor les responde que, con una fe pequeña como un grano de mostaza, se puede hacer cosas grandes, incluso mover lo que parece imposible”.
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“Después, Jesús nos recuerda que el discípulo es servidor humilde, llamado a cumplir su misión con fidelidad y confianza. La fe no es magia ni fuerza de poder humano, sino confianza radical en Dios, que nos impulsa a vivir como servidores del Reino, poniendo nuestra vida al servicio de la fraternidad y la paz”, asegura el purpurado.
“Hoy esta Palabra resuena en nuestra historia nacional. El Ecuador vive momentos en los que el conflicto, la desconfianza y la polarización parecen crecer sin control. Pero no es solo un problema de falta de diálogo político o social; en el fondo, es un problema de fe y de fraternidad: no nos sentimos verdaderamente hermanos en una sola nación. Nos hemos olvidado de que somos hijos de un mismo Padre, llamados a la unidad y al respeto mutuo”.
La actual crisis en Ecuador
Ecuador se encuentra inmerso en una profunda crisis, en medio de un paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) desde el 22 de septiembre. El presidente ecuatoriano Daniel Noboa decretó la noche del 4 de octubre un estado de excepción vigente por 60 días en diez provincias, debido a lo que consideró una “grave conmoción interna”.
El detonante de la actual crisis fue la decisión del gobierno de eliminar el subsidio al diésel, argumentando que no ha beneficiado a los más pobres sino que ha sustentado el contrabando y la minería ilegal, al tiempo que tendría un alto costo fiscal.
La Conaie por su parte demanda que se restablezca el subsidio, que se disminuya el impuesto al valor agregado (IVA) del 15% al 12%, que se aumente la inversión social y que se realice una “reparación absoluta” para la familia del líder indígena Efraín Fuerez, por cuya muerte, ocurrida durante una manifestación y que se encuentra en investigación por parte de las autoridades, la confederación responsabiliza a militares ecuatorianos.
De no ser atendidas sus demandas, la Conaie advirtió sobre una eventual manifestación masiva que llegue hasta Quito, la capital del país.
“La paz es posible” con diálogo, justicia y perdón
En su mensaje, el Cardenal Cabrera Herrera subrayó que en Ecuador “somos un pueblo diverso y hermoso, formado por descendiente de muchas etnias y culturas: indígenas, negros, montubios, cholos, amazónicos no contactados, como también de hijos de migrantes de ayer y hoy de muchos países que han echado raíces en esta tierra y han dado lugar a un maravilloso mestizaje étnico y cultural. Todos, sin excepción, somos parte del Ecuador”.
“Nadie debe sentirse excluido, marginado o señalado como enemigo por pertenecer a un grupo social, cultural o político. Nadie debe ser visto como extraño en la casa común. El país será fuerte y fecundo si todos cabemos, si nadie se siente excluido, si aprendemos a vivir como familia”, aseguró.
El purpurado subrayó además que “la paz no se construye desde la imposición, sino desde el encuentro. El diálogo es el camino. Pero un diálogo verdadero nace cuando nos reconocemos como hermanos, no como rivales”.
“Si seguimos mirándonos como adversarios, el diálogo será solo un trámite vacío. Pero si nos descubrimos como hijos de un mismo Padre, entonces la palabra, el gesto, la escucha y el perdón se convierten en instrumentos de una paz auténtica y duradera”, resaltó.
El cardenal aseguró luego que “con la fe, pequeña como un grano de mostaza, podemos arrancar de raíz resentimientos antiguos y sembrar reconciliación”.
Además, dijo, “con la decisión de servir, podemos trabajar por la paz: el padre de familia que enseña a sus hijos a perdonar, el maestro que educa en el respeto, el político que busca el bien común por encima del interés propio, el joven que se organiza para servir a su comunidad”.
“Como Iglesia, igualmente, no tenemos soluciones técnicas, pero sí ofrecemos un mensaje profético: ¡la paz es posible si hay diálogo, si hay justicia, si hay perdón!”, expresó.




