Este sábado, el Papa León XIV se ha encontrado en la Plaza de San Pedro con los participantes del Jubileo de los Operadores de Justicia, ante quienes aseguró que la justicia es la base “para el desarrollo ordenado de la sociedad”.
Miles de peregrinos colmaron la plaza y el Santo Padre les dio la bienvenida. Aprovechando la ocasión para reflexionar sobre la justicia y su función, expresó que esta “inspira y orienta la conciencia de cada hombre y mujer”.
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“La justicia, de hecho, está llamada a desempeñar una función superior en la convivencia humana, que no puede reducirse a la mera aplicación de la ley o a la labor de los jueces, ni limitarse a los aspectos procedimentales”, añadió León XIV.
También remarcó que en el corazón humano existe un “profundo deseo de justicia” que es el “instrumento fundamental para construir el bien común en toda sociedad humana”. En la justicia, continuó el Papa, “se conjugan la dignidad de la persona, su relación con el otro y la dimensión de la comunidad formada por la convivencia, las estructuras y las reglas comunes”.
Según la Tradición de la Iglesia, la virtud de la justicia consiste en la “voluntad constante y firme de dar a Dios y al prójimo lo que les corresponde”, explicó el Santo Padre. En ese sentido, la justicia invita a “respetar los derechos de cada uno” y a establecer relaciones humanas armónicas, promoviendo “la equidad hacia las personas y el bien común”.
Esto “garantiza un orden que protege al débil, al que pide justicia porque es víctima de opresión, excluido o ignorado”, añadió.
Citando diversos pasajes del Evangelio en los que se ve reflejada esta virtud, el Papa dijo que “es la fuerza del perdón, propia del mandamiento del amor, la que emerge como elemento constitutivo de una justicia capaz de conjugar lo sobrenatural con lo humano”.
“La justicia evangélica, por lo tanto, no se aleja de la humana, sino que la cuestiona y la rediseña: la provoca a ir siempre más allá, porque la empuja hacia la búsqueda de la reconciliación”, aseguró.
El mal, según la lógica del Evangelio, “no solo debe ser sancionado, sino reparado, y para ello es necesario una mirada profunda hacia el bien de las personas y el bien común”. Esto, explicó el Santo Padre, es “una tarea ardua, pero no imposible para quien, consciente de desempeñar un servicio más exigente que otros, se compromete a llevar una conducta de vida irreprochable”.
Justicia e igualdad
León XIV dijo a los peregrinos que el objetivo de la justicia es “alcanzar la igualdad en dignidad y oportunidades entre los seres humanos”. Sin embargo, precisó que “la igualdad efectiva no es la formal ante la ley”.
“Esta igualdad, aunque es una condición indispensable para el correcto ejercicio de la justicia, no elimina el hecho de que existen crecientes discriminaciones cuyo primer efecto es precisamente la falta de acceso a la justicia”, explicó.
“La verdadera igualdad, en cambio, es la posibilidad que se da a todos de realizar sus aspiraciones y de ver garantizados los derechos inherentes a su dignidad por un sistema de valores comunes y compartidos, capaces de inspirar normas y leyes en las que basar el funcionamiento de las instituciones”, agregó el Papa.
Por ello, aseguró que lo que impulsa a los operadores de la justicia debe ser “la búsqueda o la recuperación de los valores olvidados en la convivencia, su cuidado y su respeto”, especialmente “ante el auge de comportamientos y estrategias que muestran desprecio por la vida humana desde su primera manifestación, que niegan los derechos básicos para la existencia personal y no respetan la conciencia de la que brotan las libertades”.
“Aspirar a la justicia, por lo tanto, requiere poder amarla como una realidad a la que solo se puede llegar si se combinan la atención constante, el desinterés radical y un discernimiento asiduo”, precisó.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt 5,6).
Citando al Señor Jesús, el Papa recordó que, para los cristianos, buscar la justicia “equivale a ser conscientes de que esta exige un esfuerzo personal para interpretar la ley de la manera más humana posible”.
Asimismo, señaló que el Jubileo en las diversas realidades del mundo donde no se tiene en cuenta a la justicia, llevando a los hombres a condiciones de vida “injustas e inhumanas”.
El Santo Padre concluyó citando a San Agustín: “La justicia es, en efecto, la virtud que distribuye a cada uno lo que le corresponde. Por lo tanto, no es justicia del hombre la que sustrae al hombre mismo del Dios verdadero”.
“Las exigentes palabras de San Agustín nos inspiren a cada uno de nosotros a expresar siempre lo mejor del ejercicio de la justicia al servicio del pueblo, con la mirada puesta en Dios, para respetar plenamente la justicia, el derecho y la dignidad de las personas”, dijo el Papa.






