Para celebrar el 373° aniversario de la segunda aparición de la Santísima Virgen al cacique Coromoto, miles de venezolanos se congregaron este 8 de septiembre en la Basílica Menor Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, en la ciudad de Guanare, para celebrar a la patrona del país.

Desde la gran explanada del santuario, construido en el lugar preciso donde en 1652 la Madre de Dios dejó al cacique la pequeña reliquia con su imagen que es venerada hasta hoy, Mons. Owaldo Araque, Obispo de Guanare, presidió una Misa solemne.

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Mons. Araque saludó a las familias presentes en el santuario que “día a día hacen su mejor esfuerzo para salir adelante”. Cabe recordar que la aparición de la Bella Señora tuvo lugar en la choza del cacique Coromoto, frente a su esposa, su hermana y su sobrino.

“Continúen con la esperanza puesta en Dios. Solo en Él nuestra vida tiene sentido”, dijo el obispo.

A continuación, aseguró que todos los venezolanos son constantemente invitados por la providencia a Guanare, en la región de los llanos del país, “para descubrir cómo la Santísima Virgen se hizo presente en una familia”.

Un Dios de encuentro, movimiento y humildad

En su homilía, el obispo comparó las apariciones en Guanare con el anuncio del nacimiento del Señor a los pastores de Belén por parte del ángel (Lc 2. 8,20).

Mons. Araque reflexionó en tres puntos fundamentales para comprender mejor las apariciones de la Santísima Virgen en Venezuela. El primero es el “encuentro” de Dios con los venezolanos, a través de la presencia celestial de la Madre de Dios.

“La imagen que veneramos aquí, en el Santuario Nacional, atestigua que los rasgos que presenta la Virgen María son indígenas, incluso con el penacho de plumas en la cabeza y con el Niño ajustado a su pecho, como lo hacían las indígenas con sus hijos”, explicó el obispo.

“Debemos ser hermanos del encuentro con Dios y con aquellos que son nuestro prójimo”, añadió.

Además, Mons. Araque resaltó que la Virgen le dió al cacique Coromoto la orden de ir “a donde los blancos, para que les echen el agua en la cabeza y puedan ir al Cielo”. El indio y la tribu Cospe deben entonces “ponerse en movimiento” para buscar “a ese Dios desconocido para ellos”.

“La Virgen los invita a la novedad que trae la salvación mediante los sacramentos. Precisamente el cacique y su esposa deben emprender un camino, confiar en las palabras de aquella Bella Señora y en el signo que queda en sus manos”, aseguró.

Mons. Araque también ahondó en la importancia de la humildad como “puente que permite la unidad entre el Cielo y la tierra”. En ese sentido, señaló que el cacique debió tomar la decisión “de salir de la selva para buscar a los misioneros”, es decir, “tomar la decisión de dejarlo todo y comenzar en lo desconocido” por el mensaje de la Santísima Virgen.

Debió entonces “iniciar un camino de humildad”, su corazón debió ser probado y “vivir un proceso de asimilación”. La humildad, continuó el obispo, es la que nos hace reconocer “que aquel Niño acostado en el pesebre es Dios”, acompañado de María y José, la Sagrada Familia.

“Aquí María y el Niño en brazos van en busca de una familia y Ella decide quedarse en una familia llamada Venezuela. Sigue cautivando cada día el corazón de cada venezolano”, concluyó Mons. Araque, invitando a los presentes a maravillarse “con la presencia de la Virgen María en estas tierras llaneras”.