Fue ordenado diácono el primer panameño perteneciente a los Legionarios de Cristo. La ceremonia se realizó el 3 de julio, en la parroquia San Juan Evangelista de Santiago de Veraguas, a la que asistieron familiares y amigos del hermano José Luis Martínez.
Se trata del templo panameño en donde creció y se fortaleció la vocación del nuevo diácono, que ha dado un paso crucial en su camino hacia el sacerdocio. En su homilía, Mons. Audilio Aguilar, obispo local, lo invitó a vivir su ministerio con caridad y alegría.
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“La alegría debe ser una característica del consagrado: quien tiene un corazón libre, puro y lleno de Dios, tiene un corazón alegre. Sé siempre alegre en el Señor y ayúdale al mundo a que vea en ti esa alegría”, expresó el prelado a la asamblea, entre la que se encontraban también sacerdotes legionarios y miembros del Regnum Christi.
Por su parte, después de la ordenación, José Luis tomó la palabra para agradecer —visiblemente conmovido, según recoge el Regnum Christi— a todos los presentes:
“No hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos, escribe el evangelista Juan, y esa es una certeza que me ha acompañado estos doce años de formación. Gracias por la compañía. Simplemente, gracias”, dijo.
El primer Legionario de Cristo de Panamá
Días antes de su ordenación diaconal, el hermano José Luis contó que fue una foto de un legionario vestido con sotana, publicada en Facebook, lo que despertó su discernimiento vocacional.
Su vida siempre estuvo marcada por una atracción hacia las cosas de Dios. Lo cataloga como “una inclinación natural” de la que germinó desde muy temprano la idea del sacerdocio, aunque no la llegó a comprender sino tiempo después.
El nuevo diácono aseguró que su infancia “estuvo marcada por la vida parroquial”, sirviendo como acólito y catequista. Años después, ya siendo un adolescente, la opción del sacerdocio volvería a resonar con fuerza en su vida, llevándole a “una profunda crisis”.
José Luis tenía “una novia a quien amaba” y un trabajo que le ofrecía una buena estabilidad económica. Además, estudiaba Ingeniería en Sistemas y Redes Informáticas.
“Se desató en mi interior una pregunta desgarradora: la tensión entre mi vocación personal y mi realización humana. Pero era una verdad a medias, una excusa para posponer lo inevitable”, comentó.
Cierto día, un profesor le pregunta por qué había escogido su carrera, a lo que el joven respondió casi instintivamente: “No sé, quiero ser sacerdote”. Desde ese momento, sus amigos —aunque sorprendidos— le apoyaron y le cuidaron.
“Fue en esos años universitarios, cuando Facebook comenzaba su auge. Navegando en mi computadora, mi atención fue capturada por la imagen de un legionario en sotana, publicada por un consagrado del Regnum Christi en Chile”, contó José Luis.
Este consagrado, asegura, fue un guía invaluable para su vocación. Poco tiempo después entraría como candidato a la Legión de Cristo.
“Ha sido la mejor decisión que he tomado. No hay arrepentimiento en mi corazón, solo la certeza de haber emprendido un viaje de autoconocimiento y grandes aventuras, un camino que apenas comienza con mi etapa ministerial”, agregó.
Desde entonces, el hermano José Luis no concibe su vocación como un regalo para sí mismo, sino que busca en todo momento “la cercanía con las almas”, de la que nace un gran aprendizaje y la oportunidad continua de alabar a Dios y servirle cada vez de mejor manera.
“Estar cerca de la gente no es solo parte de mi misión; es una parte esencial de cómo entiendo y deseo vivir mi sacerdocio”, dijo, e invitó a los jóvenes con alguna inquietud vocacional a no tener miedo y escuchar a su corazón.





