¿Qué ocurre en Mar del Plata? Renuncias sorpresivas de 2 obispos causan incertidumbre en Argentina

Mons. Gabriel Mestre, Mons. José María Baliña, Mons. Gustavo Larrazábal, P. Luis Albóniga, Mons. Ernesto Giobando Mons. Gabriel Mestre, Mons. José María Baliña, Mons. Gustavo Larrazábal, P. Luis Albóniga, Mons. Ernesto Giobando | Crédito 1: Diócesis de Mar del Plata/Crédito 2: Canal Orbe 21, Arzobispado de Buenos Aires/Crédito 3: Arquidiócesis de San Juan de Cuyo/Crédito 4: Diócesis de Mar del Plata/Crédito 5: Conferencia Episcopal Argentina

En las últimas semanas la situación en la Diócesis argentina de Mar del Plata ha generado preocupación en los fieles, luego de que en menos de tres meses renunciaran los dos obispos nombrados por el Papa Francisco y se informara que su último administrador diocesano será sometido a un “procedimiento canónico”.

Para tener una visión de lo que sucede es necesario retroceder en el tiempo y conocer cómo se fueron dando los hechos en la conducción de esta Iglesia particular.

El caso Mar del Plata: Cronología de los hechos

La ciudad de Mar del Plata, cabecera de la diócesis homónima, se encuentra en la costa atlántica de la Provincia de Buenos Aires, y es la localidad turística más importante del país. Se calcula que durante el año llegan a este destino balneario más de 8 millones de personas.

La Iglesia Católica en Mar del Plata atiende pastoralmente a unas 774 mil personas, a través de 49 parroquias. En la diócesis hay 72 sacerdotes, entre diocesanos y religiosos.

Después de casi seis años como Obispo de Mar del Plata, Mons. Gabriel Mestre fue designado el 28 de julio de 2023 para dirigir la Arquidiócesis de La Plata, quedando en sede vacante su anterior diócesis.

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En septiembre, el Colegio de Consultores de Mar del Plata eligió como administrador diocesano al P. Luis Albóniga, quien se había desempeñado como vicario general.

El 21 de noviembre, el Papa Francisco nombró Obispo de Mar del Plata a Mons. José María Baliña, hasta entonces Obispo Auxiliar de Buenos Aires. Sin embargo, el 13 de diciembre comunicó a la prensa su renuncia al nuevo cargo por problemas de salud, personales y familiares. Dijo que se había “apresurado” en aceptar esta nueva responsabilidad.

Ese mismo día, el Papa Francisco nombró a Mons. Gustavo Larrazábal —entonces Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de San Juan de Cuyo— como obispo de la diócesis marplatense.

La toma de posesión de Mons. Larrazábal estaba prevista para el 20 de enero. Sin embargo, el 9 de enero, el diario La Capital de Mar del Plata informó sobre las denuncias que una mujer habría presentado contra él por presunto abuso de poder y acoso entre 2007 y 2013.

Aunque la Nunciatura Apostólica en Argentina aseguró que la Santa Sede tenía “plena confianza” en el Obispo Larrazábal, el Papa Francisco aceptó su renuncia el 17 de enero y dispuso que se mantenga como Obispo Auxiliar de San Juan de Cuyo. Por su parte, la Diócesis de Mar del Plata, administrada por el P. Albóniga, evitó pronunciarse sobre la publicación del diario local.

En su renuncia, Mons. Larrazábal aseguró que esta se fundamentaba en “un proceso de discernimiento y oración realizado muy a conciencia”, por el que llegó a la conclusión de que “no es oportuno asumir el gobierno pastoral de la Diócesis de Mar del Plata”.

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El Papa Francisco nombró entonces Administrador Apostólico de Mar del Plata a Mons. Ernesto Giobando, Obispo Auxiliar de Buenos Aires. El prelado pertenece a la Compañía de Jesús —la misma Orden del Santo Padre—, y se formó en el Colegio Máximo de San José en San Miguel, provincia de Buenos Aires, donde el Pontífice fue profesor.

Cuando parecía que por un buen tiempo no habría más cambios, el domingo 28 de enero la comunidad marplatense fue informada de que el P. Albóniga, ex administrador diocesano, tenía que alejarse por un tiempo de Mar Plata y ejercer su ministerio en la Diócesis de Jujuy.

En la Diócesis de Jujuy el clero fue informado de la noticia el 29 de enero. Su llegada fue anunciada como un “tiempo de descanso”, según indicó un sacerdote local a ACI Prensa.

Sin embargo, el Obispado de Mar del Plata aclaró el 30 de enero en un comunicado que “el Pbro. Luis Albóniga fue trasladado por un tiempo a la Diócesis de Jujuy, debido a que se realizará un procedimiento canónico relacionado a esclarecer su actuación durante su tarea de administrador diocesano”.

La voz de los fieles de Mar del Plata

Ante estas circunstancias, que siguen generando preguntas a nivel nacional e internacional, y antes de que se conociera la noticia del traslado del P. Albóniga a Jujuy, ACI Prensa fue a la Diócesis de Mar del Plata para conocer en el sitio el parecer de miembros de la Iglesia local.

En diálogo con ACI Prensa, el P. Ariel Sueiro, párroco de la Catedral de los Santos Pedro y Cecilia, aseguró que habían esperado a ambos obispos “con los brazos abiertos, porque era quien el Papa había nombrado como sucesor de Mons. Mestre, lo que pasa es que no llegaron, ese es el tema”.

En ese sentido, si bien la renuncia de Mons. Baliña no ha levantado más suspicacias, pues de acuerdo al prelado fue por motivos de salud, la salida de Mons. Larrazábal de Mar del Plata sí ha generado un mayor debate, debido a las causas que la habrían provocado. 

Uno de los que se ha pronunciado sobre esto es Juan Pablo Molina, director de Cáritas Catedral, miembro de Cáritas Diocesana y de la Mesa de Diálogo por la Dignidad de las Periferias de Mar del Plata, quien cuestionó el artículo del diario La Capital sobre Mons. Larrazábal. “El medio ha sido desafortunado y ha faltado a la caridad, y jugaron a manipular la palabra del Papa”, en referencia a una de las citas que incluye el diario y que retoma un documento del Papa Francisco en el que condena los abusos sexuales.

Lo que se debe buscar, aseguró, “es transparencia, no amarillismo”. En ese sentido, se preguntó: “¿Si no se prueba lo de Larrazábal, quién le devuelve la reputación?”.

“Si la Nunciatura dice que son rumores infundados, entiendo yo que lo hará con conocimiento de causa. Si recibieron o no a la persona, yo no tengo conocimiento, hay versiones que dicen que la Nunciatura la recibió”, indicó el P. Juan Cruz Menilli, párroco de Santa Ana, instando al mismo tiempo a “respetar y cuidar a la víctima”.

Según el P. Menilli, Mons. Larrazábal “no vio prudente asumir en este contexto, porque recibir un obispo tiene que ser un contexto de fiesta, de alegría, y se han dicho cosas sin ningún tipo de fundamento”. 

El sacerdote se detuvo en el hecho de que, al renunciar al Obispado de Mar del Plata, Mons. Larrazábal ha conservado su cargo como Obispo Auxiliar de San Juan de Cuyo, lo que consideró “un signo muy grande”.

ACI Prensa se comunicó en más de una ocasión con el equipo de Comunicación de la Arquidiócesis de San Juan de Cuyo, el cual remitió la carta de renuncia de Mons. Larrazábal, sin dar más información al respecto.

La figura del administrador diocesano de la Diócesis de Mar del Plata

Luego de las dos renuncias, y en medio de un clima de incertidumbre, la comunidad comenzó a manifestarse en las redes sociales para pedir que el nuevo obispo sea un sacerdote local. 

Muchos han señalado puntualmente al P. Luis Albóniga, hasta entonces administrador diocesano y quien se había desempeñado como vicario general durante el gobierno pastoral de Mons. Gabriel Mestre, el único Obispo de Mar del Plata oriundo de la diócesis y que dejó “la vara muy alta”, según opinión de muchos.

“Mestre fue muy querido, pero que dos veces nombren a un obispo del lugar es rarísimo. El único que salió de acá fue Gabriel”, afirmó el párroco de la catedral. “Al Papa le salió muy bien porque fue un excelente obispo”, destacó.

Aunque el P. Luis Albóniga, a decir del delegado de Comunicación del Obispado, Adrián Lomello, “nunca tuvo ninguna ambición de ser obispo”, su nombre comenzó a ser voceado como candidato tras la renuncia de los dos obispos elegidos por el Papa.

Al respecto, el P. Menilli aseguró que “dentro del clero de Mar del Plata, el sacerdote más visible es el padre Luis por haber sido el vicario general” y consideró que “la gente no hace más que aprobar su gestión”. En esa línea, agregó: “Si algún día me consultaran, diría que Luis es un buen candidato, pero el obispo no es resultado de una campaña o de una votación, sino de una elección del Papa”.

El P. Luis Albóniga no accedió a una entrevista con ACI Prensa, argumentando, en palabras del delegado de Comunicación, que no tenía “nada para decir”.

Sin embargo, a una semana de su llegada, el administrador apostólico designado por el Papa Francisco, Mons. Ernesto Giobando, anunció el traslado del P. Albóniga a la Diócesis de Jujuy, a 1.900 kilómetros de Mar del Plata, en el marco del mencionado “procedimiento canónico”.

La noticia generó consternación en la comunidad de fieles, que nuevamente se manifestó en apoyo al sacerdote, primero con el rezo de un Rosario en la parroquia Asunción de la Santísima Virgen, donde era párroco, y luego a través de las redes sociales.

El Diario La Capital publicó este miércoles una carta titulada “Nosotros, los fieles, también somos parte de la Iglesia”, escrita por la laica y catequista Mónica Lence, miembro de la comunidad parroquial del P. Albóniga. El texto condena el traslado, considerándolo “una aberración” por “la crueldad de la forma”.

En los últimos días trascendió también que Lomello, luego de casi cinco años de trabajo, dejó el cargo de delegado de Comunicación de la Diócesis y no se ha designado aún un reemplazo.

Las preguntas que nadie responde sobre el “lío” en la Diócesis de Mar del Plata

Lo ocurrido en Mar del Plata deja varias interrogantes sin responder. En primer lugar, llama la atención que luego de su renuncia, y pese a las acusaciones en su contra expuestas por el diario La Capital, Mons. Larrazábal permanezca como Obispo Auxiliar de San Juan de Cuyo.

Esta situación abre la puerta a varias preguntas: ¿Son ciertas las acusaciones vertidas por La Capital contra Mons. Larrazábal? De ser así, ¿por qué la Santa Sede le dio su respaldo? Y si, por el contrario, las acusaciones son falsas: ¿Hubo una operación mediática en su contra? ¿Quién la podría haber orquestado?

Además, cobra relevancia el hecho de que, luego de la publicación de las acusaciones contra Mons. Larrazábal en el diario La Capital y al posterior pronunciamiento de la Nunciatura en respaldo del Obispo, y ante las dudas en la comunidad, el Obispado de Mar del Plata —en ese momento bajo la administración del P. Albóniga— no hiciera pública su posición al respecto. ¿Se trató de un silencio involuntario, una falla en la gestión, o habría dentro del obispado local algún interés en que el nuevo pastor no tomara posesión?

Pero también queda por determinar el papel del P. Albóniga, quien luego de desempeñarse como administrador diocesano durante los tres periodos de sede vacante —tras el envío de Mons. Mestre a La Plata y las renuncias de Mons. Baliña y Mons. Larrazábal—, ha sido trasladado a una diócesis lejana para someterse a un “procedimiento canónico”.

¿Qué es lo que ha hallado el nuevo administrador apostólico, Mons. Giobando, para tomar esta decisión? ¿Por qué se está investigando al P. Albóniga? Son preguntas que merecen respuestas, especialmente para los fieles de Mar del Plata que consideraban que el sacerdote podía ser el indicado para asumir la dirección pastoral de la diócesis.

Y mientras el ex Administrador Diocesano es investigado, ¿la Santa Sede estudiará las denuncias contra Mons. Larrazábal?

Finalmente, la pregunta que sobrevuela la diócesis desde la salida de Mons. Mestre, y que se renueva por tercera vez en tres meses: ¿Quién será el nuevo Obispo de Mar del Plata?

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