La santidad de John Henry Newman, que será declarado doctor de la Iglesia Católica este sábado, se apoyó en dos signos extraordinarios de intercesión: dos curaciones inexplicables que la Iglesia reconoció oficialmente como milagros, y que abrieron el camino a su beatificación en 2010 y a su canonización en 2019.
El segundo de ellos es un milagro provida. Durante el quinto embarazo de la estadounidense Melissa Villalobos, una abogada de Chicago y madre de familia, ella sufrió una hemorragia interna severa causada por un desprendimiento parcial de la placenta, una condición que puso en grave riesgo su vida y la del bebé.
El día que sucedió, estaba sola en casa y, sin fuerzas siquiera para pedir auxilio, Melissa recurrió a la oración. “Por favor, Cardenal Newman, frena la hemorragia”, pronunció con dificultad. Según relató después, “justo al terminar esas palabras, la hemorragia se detuvo y noté en el cuarto de baño el aroma de rosas más fuerte de mi vida. Cuando paró le pregunté: ‘Cardenal Newman, ¿lo hiciste tú?’, y el aroma volvió una segunda vez. Supe que había sido él”.
Esa misma tarde, los médicos constataron lo que no podían explicar: el desgarro en la placenta había desaparecido. Meses después, Melissa dio a luz a una niña perfectamente sana, a la que llamó Gemma.
Años más tarde, la pequeña, que entonces tenía cinco años, participó junto a toda su familia en la ceremonia de canonización en la Plaza de San Pedro, el 13 de octubre de 2019, oficiada por el Papa Francisco.