León XIV conferirá el título de Doctor de la Iglesia universal a San John Henry Newman, un sacerdote anglicano convertido al catolicismo en 1845. Fue creado cardenal por León XIII en 1889, beatificado por Benedicto XVI en 2010 y canonizado por Francisco en 2019. Con esta decisión, que se hará efectiva el próximo 1 de noviembre, el Papa incorpora al número 38 de los doctores de la Iglesia a una de las figuras más complejas y luminosas del pensamiento cristiano. Lea aquí 5 aspectos poco conocidos de su vida.
1. Se convirtió al catolicismo con 45 años tras escribir un libro
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
San John Henry Newman, canonizado por Francisco en 2019, se atrevió a hacer algo que muy pocos osan: cambiar de idea. Con 45 años pasó del anglicanismo al catolicismo después de una evolución que lo llevó, a través de la filosofía y la teología, al encuentro con Cristo en su Iglesia. En 1845 escribió Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana, que se convertiría en un clásico cristiano.
Durante la redacción del libro, experimentó una paz interior y una certeza profunda: comprendió que la Iglesia Católica era la misma de los primeros siglos, la de los Padres de la Iglesia y los primeros concilios. Ni siquiera terminó el libro: interrumpió su escritura, añadió tres o cuatro frases diciendo “me detengo aquí” y pidió ser recibido en la Iglesia Católica.
2. Su obra fue censurada
Cuando era anglicano fue uno de los promotores del llamado Movimiento de Oxford que abogaba por reavivar en la Iglesia de Inglaterra las raíces apostólicas por encima de la reforma del rey Enrique VIII. Su Tracto 90 fue el último y más famoso de los Tracts for the Times, una serie de folletos teológicos publicados para renovar la Iglesia anglicana. Este documento que escribió en 1840 fue recibido con enorme hostilidad. El obispo de Oxford, Richard Bagot, ordenó detener la publicación de los Tracts y varias universidades prohibieron su lectura en los seminarios.
3. No quiso participar en el Concilio Vaticano I
Newman no fue un teólogo de obediencia mecánica ni un pensador conformista. Esto se hizo especialmente visible durante la definición del dogma de la infalibilidad papal en el Concilio Vaticano I, celebrado en 1870. Cuando se discutía la posibilidad de proclamar ese dogma, Newman —que ya era una figura muy respetada en el mundo teológico inglés— no ocultó su preocupación.
Consideraba que la declaración, en aquel momento histórico, podría ser malinterpretada o utilizada como un instrumento político más que como una verdad de fe. Por eso, aunque fue invitado a participar en el Concilio, prefirió no asistir. Sin embargo, una vez que el Concilio proclamó solemnemente el dogma, Newman se mantuvo fiel. Lo aceptó y lo defendió, aunque no sin matices. “Cuando el Papa habla ex cathedra —escribió—, no lo hace como un oráculo aislado, sino como intérprete de la fe de la Iglesia universal”.
4. Fue rector de la Universidad Católica de Irlanda
En 1854, nueve años después de su conversión al catolicismo, San John Henry Newman recibió la invitación de los obispos de Irlanda a convertirse en rector de la Universidad Católica de Irlanda, que habían decidido crear. En esa época, la vida de los católicos irlandeses era todavía, en comparación con los anglicanos, de precariedad y pobreza. Newman se entregó al proyecto, en la misma época que daba una serie de conferencias que luego se publicarían con el título La idea de una universidad. Sin embargo, la institución nunca recibió una aprobación formal del Gobierno británico y por eso sus títulos no estaban reconocidos legalmente.
5. Encarnó la figura de la caballerosidad
El Cardenal John Henry Newman fue, en el sentido más profundo del término, un caballero cristiano. No sólo por su elegancia intelectual o su cortesía británica, sino porque concebía la figura del gentleman como un ideal moral y espiritual. En el volumen La idea de una universidad, Newman ofrece una de las definiciones más precisas y elevadas de lo que significa ser un caballero, un concepto que, para él, sintetizaba la verdadera educación del carácter. Para Newman, ser caballero no significaba poseer un título nobiliario, sino cultivar una nobleza del alma.
“El verdadero caballero —escribió— nunca inflige dolor. Su gran preocupación es hacer que los demás se sientan cómodos y evita toda palabra o acción que pueda causar inquietud o vergüenza”. En esta descripción, que ha pasado a ser una de las más citadas de la literatura victoriana, no se habla solo de modales o de refinamiento social. Newman entendía la caballerosidad como una expresión del respeto por la dignidad del otro, una forma de caridad práctica.



