Agotados, israelíes y palestinos contienen la respiración y rezan para que el plan de paz entre Hamás e Israel, mediado por el presidente estadounidense Donald Trump, conduzca a una paz real y duradera.
Habiendo sido decepcionados innumerables veces antes, la gente local y los líderes de la Iglesia Católica se muestran esperanzados pero realistas.
“Es una buena noticia, y estamos muy contentos. Es un primer paso, la primera fase” del plan, dijo el 9 de octubre en un comunicado el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén. “Por supuesto, hay muchos [otros pasos], y seguramente habrá otros obstáculos. Pero ahora tenemos que alegrarnos por este paso importante que aportará un poco más de confianza para el futuro y también traerá nueva esperanza, especialmente a la gente, tanto israelí como palestina”.
El plan de paz de varias fases de Trump contiene 20 puntos, entre ellos un intercambio de rehenes israelíes y detenidos palestinos; el desarme y la marginación de Hamás; la retirada gradual de las tropas israelíes; la entrada sin restricciones de ayuda humanitaria; y el establecimiento de una fuerza internacional de mantenimiento de la paz.
Hasta ahora, funcionarios israelíes y de Hamás sólo han acordado la primera fase del plan, que exige la devolución de los 48 israelíes y extranjeros que siguen retenidos como rehenes por Hamás en Gaza. Se cree que sólo 20 de los rehenes siguen con vida.
El plan también exige la liberación de casi 2.000 prisioneros palestinos, incluidos 250 que cumplen cadena perpetua por asesinato, 22 menores y otros 1.700 detenidos desde el inicio de la guerra, que comenzó cuando Hamás perpetró su masacre el 7 de octubre de 2023. También se entregarán los restos de 360 terroristas. El intercambio podría tener lugar el 13 de octubre, informó la Casa Blanca.