Andrea Gagliarducci, vaticanista italiano del Grupo ACI, explica que durante el día del consistorio, los futuros cardenales se congregan en la Basílica de San Pedro, donde profesan el Credo, y posteriormente se acercan al Papa uno por uno, ataviados con túnicas rojas. En este solemne momento, el Santo Padre entrega a cada uno la birreta púrpura y el anillo de cardenal, símbolos de su nueva dignidad.
Gagliarducci indica: "A cada cardenal se le asignará una iglesia titular. Este es un acto importante, ya que los cardenales deben ser parte de la Diócesis de Roma, cuyo obispo y primado es el Papa. Esto significa que los cardenales siempre están vinculados a Roma, aunque provengan de diferentes países". A partir de ese momento, los nuevos purpurados adquieren la capacidad de participar en los dicasterios del Vaticano, donde colaboran con el Sucesor de Pedro en la administración de la Iglesia.
Es importante destacar que el Código de Derecho Canónico, reformado en 1983, establece dos formas de consistorio: el ordinario y el extraordinario. Un consistorio extraordinario se convoca en circunstancias excepcionales, y todos los cardenales están llamados a participar. Por otro lado, un consistorio ordinario se lleva a cabo cuando el Papa requiere el consejo de los purpurados sobre un asunto importante, aunque no extraordinario, o para dar solemnidad a una decisión papal, como la aprobación de la canonización de los santos.