La Arquidiócesis Primada de México propuso una serie de propósitos espirituales para que 2026 sea un año en el que se logre contrarrestar “los escenarios marcados por violencia, incertidumbre y desgaste emocional”.
En el editorial de su semanario Desde la Fe, publicado el 28 de diciembre, la arquidiócesis señaló que estos deseos están en consonancia con la petición del Papa León XIV, quien pidió vivir “una paz ‘desarmada y desarmante’, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz que la Iglesia Católica celebrará el 1 de enero de 2026.
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12 propósitos espirituales
Como primera petición, llamó a que el año que inicia sea un tiempo para “cultivar el silencio y la oración”, promoviendo espacios de “autoconocimiento, discernimiento y una renovación interior”.
Por otro lado, invitó a “escuchar activamente a quienes no tienen voz, en especial a las víctimas de la violencia y a sus familias, a los desplazados, a las comunidades heridas; que sea una escucha sin prejuicios y sin minimizar su dolor”.
Otro de los propósitos es “reconocer y atender las propias heridas emocionales”, para reconocer que “el dolor que no ha sanado puede derivar en violencia, indiferencia o agresividad” y cambiarlo. En consonancia con ello, la cuarta petición destaca la necesidad de pedir ayuda “cuando sea necesario y acompañando a quienes viven ansiedad, depresión o desesperanza”.
La arquidiócesis también insistió a “desarmar el corazón” trabajando “conscientemente el perdón, la reconciliación y la gestión del enojo, sin negar la verdad ni la justicia”. A la par, consideró importante revisar los “hábitos, consumos de información y formas de relación que alimentan el miedo o el odio”.
Participar “activamente en la comunidad”, así como “ejercer una ciudadanía responsable, sin normalizar ni ser parte de los círculos de corrupción o impunidad”.
También la arquidiócesis instó a la ciudadanía a comprometerse con todos los niños, proteger la vida “en todas sus etapas y expresiones” y garantizar “entornos seguros, escuchando su voz, y acompañando su desarrollo emocional y espiritual”.
En los últimos propósitos, llamó a “no ser indiferentes ante las necesidades de los más vulnerables” y hacer coherente la fe y la vida, “traduciendo los valores espirituales en acciones cotidianas que promuevan la dignidad, la solidaridad y la paz”.
La Arquidiócesis Primada de México concluyó señalando que estos propósitos “no son ideales inalcanzables”, aseguró que son “decisiones diarias, pequeñas pero constantes, que comienzan en lo personal y se proyectan en lo social”.
Por ello, reiteró su llamado a vivirlos “como una invitación a reconstruir desde dentro lo que queremos ver transformado en el exterior”.




