Los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile enviaron un mensaje de Navidad a los fieles animando a ser “hogar que acoge sin prejuicios”, y recordaron que el sentido de este tiempo es “la alegría de sabernos amados por Dios”.
Recordando el pasaje de Lucas que evoca el nacimiento de Jesús, los prelados invitaron a dejarse interpelar por la experiencia de José y María en Belén.
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Al respecto, observaron cómo “aquel pesebre, humilde y prestado, se convirtió en el primer hogar del Salvador ante la falta de lugar en la posada”, considerando que este acontecimiento “no es sólo un recuerdo del pasado, sino una invitación presente a reconocer que Dios elige la fragilidad para manifestar su gloria”.
“En el nacimiento de Jesús, contemplamos el misterio del Emanuel, Dios-con-nosotros, que viene a habitar nuestras periferias y a recordarnos que la luz de la salvación brilla con más fuerza allí donde la hospitalidad se hace vida”, afirmaron.
Por eso, contemplando este “misterio de vulnerabilidad”, manifestaron con urgencia la necesidad de “volver la mirada hacia quienes hoy, al igual que la Sagrada Familia, no encuentran sitio en nuestra sociedad”, en especial los pobres, marginados y migrantes, en quienes “el Emanuel se manifiesta”.
El mensaje llega en un contexto de especial preocupación de la Iglesia por la situación de los migrantes, y las medidas de expulsión anunciadas por el nuevo gobierno que asumirá el poder en marzo de 2026.
“Como Iglesia en Chile, estamos llamados a ser ese hogar que acoge sin prejuicios, comprendiendo que cuando abrimos la puerta al forastero o al necesitado, es a Cristo mismo a quien ofrecemos posada, dignidad y esperanza”, remarcaron los obispos.
La Navidad, destacó el episcopado chileno, es “el regalo gratuito de la salvación” personificado en Cristo, que “viene a transformarnos, para que dejando de lado la indiferencia e individualismo, nos reconozcamos verdaderamente como hijos de un mismo Padre y, por tanto, hermanos entre nosotros”.
Por eso, el sentido profundo de la Navidad reside en “la alegría de sabernos amados por Dios que se hace uno de nosotros para restaurar nuestra dignidad y llamarnos a construir una mesa donde nadie se sienta excluido”.
En ese contexto, invitaron al Pueblo de Dios que peregrina en Chile “a vivir estos días en un clima sereno, de oración y fraternidad, acompañando especialmente a quienes viven en soledad o abandono a nuestro alrededor”.
“Que la paz del recién nacido inunde nuestras vidas y que, siguiendo el ejemplo de José y María, sepamos actuar con generosidad para que el Salvador encuentre siempre en nuestra tierra un lugar donde nacer y habitar”, anhelaron.




