La iglesia de San Vital, construida en el año 386, es el templo cristiano más antiguo que se conserva en el centro de Roma. Se trata del “único edificio de culto del siglo IV que ha permanecido intacto a lo largo de los siglos”, destaca su párroco el P. Elio Lops.
Este templo paleocristiano, discreto y poco promocionado en los circuitos turísticos habituales, custodia un tesoro artístico y devocional prácticamente ignorado: la primera imagen de Nuestra Señora de Guadalupe pintada en la capital italiana.
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“Nunca se le ha dado la importancia que merece”, afirma el P. Lops a ACI Prensa ante una representación de la Virgen que remite de forma inmediata a la imagen impresa en la tilma de San Juan Diego en 1531.
Las semejanzas saltan a los ojos. “No hay dudas sobre su identidad”, sostiene el párroco.
Aunque la posición de las manos presenta una ligera variación y faltan los rayos que rodean habitualmente la figura, “la mirada es la misma”, explica. La pintura conserva además “el mismo cinturón que marca la maternidad de nuestra Señora y la gran luna creciente bajo sus pies”, refiere el P. Lops que cita así los elementos iconográficos esenciales del relato guadalupano.
La obra fue realizada “en torno al año 1550” por el jesuita Giovan Battista Fiammeri, un artista activo en Roma que, con ocasión del Jubileo del año 1600, decoró el conjunto del templo de San Vital.
Hipótesis sugestiva sobre el origen del cuadro
Aunque no existen documentos que lo certifiquen de forma concluyente, el párroco defiende una hipótesis sugestiva. El jesuita Fiammeri pintó el cuadro a partir de un boceto del milagro elaborado por misioneros españoles a su regreso a Roma, tras haber conocido los acontecimientos ocurridos en el cerro del Tepeyac, dos décadas antes.
Un detalle refuerza esta interpretación. En la parte inferior de la pintura, “debajo de la Virgen hay una pequeña carabela que muestra el barco con el que viajaron a México”, asegura el sacerdote. Se trata de un elemento poco habitual en la iconografía guadalupana posterior, pero muy usado en el contexto de los primeros contactos entre el Nuevo Mundo y la Santa Sede.
Sea cual sea el origen preciso del modelo utilizado por Fiammeri, lo cierto es que esta imagen precede en varias décadas a las demás representaciones de la Virgen de Guadalupe conservadas en Roma, que datan de mediados del siglo XVII, casi cien años después de las apariciones de las que se cumplirán 5 siglos dentro de seis años, en 2031.
Este dato confiere a la pintura de San Vital un valor singular como testimonio de la temprana recepción europea de una devoción que, con el tiempo, se convertiría en uno de los pilares de la identidad religiosa de América.




