La Iglesia Católica en México presentó una guía dirigida a los peregrinos que acuden a distintos centros de peregrinación del país, especialmente a quienes se dirigen a la Basílica de Guadalupe durante las fiestas guadalupanas, con el objetivo de promover el cuidado y la protección del medio ambiente.

El texto, elaborado por la Dimensión Episcopal del Cuidado Integral de la Creación de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, señala que su propósito principal es que “cada peregrinación sea también un camino de conversión ecológica, donde el encuentro con Cristo y con María nos conduzca a cuidar la casa común”.

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En contextos donde millones de fieles peregrinan cada año hacia santuarios y lugares sagrados, la guía busca resignificar el sentido del caminar, al recordar que es necesario “reconocer que cada sendero, montaña, pueblo y ciudad son también morada de Dios, y que el respeto y cuidado hacia ellos son parte esencial de nuestra espiritualidad”.

Durante la presentación del documento, Mons. Juan Manuel González Sandoval, responsable de la dimensión, expresó su deseo de que “cada peregrinación sea signo de esperanza, de comunión y de amor por la vida”.

El documento surge en un contexto de alta concentración de basura durante las fiestas guadalupanas. Tan solo en 2024, la Alcaldía Gustavo A. Madero, lugar donde se encuentra la Basílica de Guadalupe, reportó la recolección de alrededor de 536 toneladas de basura tras las celebraciones guadalupanas.

Peregrinaciones que respeten el medio ambiente

La guía explica el sentido espiritual de las peregrinaciones, al afirmar que peregrinar es una “acción que nos lanza al encuentro de Dios y sus promesas”, que permite fortalecer “las virtudes del sacrificio”, “fortalecer la fe” y sostener “las riquezas de nuestra cultura y tradiciones”, entre otras cosas.

En la propuesta pastoral, la Dimensión Episcopal del Cuidado Integral de la Creación invita a peregrinar bajo tres principios: “reconociendo que cada camino andado en Casa de Dios, es nuestra Casa Común”, “conservando la flora y la fauna, los espacios públicos y comunitarios” y “recuperando lo que haya sido maltratado o degradado en el ambiente” y en las relaciones humanas.

Entre las acciones concretas, el documento llama a evitar el uso de plásticos de un solo uso, al señalar que “de ser posible, evita usar cualquier derivado de los plásticos de un solo uso. Todos son muy contaminantes a la tierra y al ambiente” y recomienda asegurarse de que “cada participante lleve los suyos”.

También exhorta a un manejo responsable de los desechos humanos , a la “conservación de caminos y áreas comunes” y a no “extraer flores, plantas y rocas de su medio”, así como a acampar “espacios para dormir procurando no dañar la flora y fauna”.

Se invita a consumir productos locales para así contribuir a “fortalecer la economía de las comunidades que nos acogen” y cada que sea posible “depositar adecuadamente la basura en el cesto, además de ello te sugerimos la separación”.

El documento advierte sobre el impacto de la pirotecnia al afirmar que “el uso de cohetes y pirotecnia en general es fuente de contaminación del aire y auditiva” y que las explosiones pueden alcanzar “sonidos de hasta 160 decibeles”, dañando tanto a personas como a animales.

Asimismo, alerta sobre el abandono de perros tras las peregrinaciones de diciembre, al citar que cada año “se detectan decenas de perros que quedan alrededor de la Basílica de Guadalupe abandonados”, situación que ha motivado llamados a la adopción y al cuidado responsable de los animales.

En el apartado dedicado a la solidaridad, la guía recuerda que “ofrecer alimento al peregrino es un hermoso gesto de fe y hospitalidad”, pero pide hacerlo con responsabilidad, ya que “estamos llamados a hacerlo con sabiduría y responsabilidad, evitando el desperdicio y el uso de desechables”, además de promover que se compartan “porciones pequeñas, suficientes para reconfortar sin generar sobra ni basura”.

Finalmente, el documento concluye con una oración en la que los peregrinos piden a Dios “ayuda a ser claros en el discernimiento” y fortaleza para “cuidar y proteger” la casa común, como signo del compromiso entre fe y cuidado del medio ambiente.