Aunque millones de fieles reconocen al Cerro del Tepeyac en la Ciudad de México como el sitio de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, no muchos saben que el milagro de la estampación de su imagen no ocurrió ahí, sino en un lugar hoy prácticamente olvidado.

Según la tradición, en diciembre de 1531 la Virgen se apareció al indígena San Juan Diego y le pidió que solicitara al primer Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, la construcción de una “casita sagrada”, un templo al pie del Tepeyac.

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Como señal, la Virgen hizo brotar rosas en pleno invierno en el árido cerro y le pidió al indio que las llevara en su tilma. Cuando San Juan Diego llegó ante el obispo para mostrarle las rosas, en la residencia episcopal, extendió su tilma y quedó milagrosamente estampada la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Tras el milagro, la tilma quedó bajo resguardo de Fray Juan de Zumárraga en esta casa, mientras se mandó a construir en el Tepeyac una pequeña ermita, que sería la primera casa de la Virgen de Guadalupe.

El Antiguo Palacio del Arzobispado

El P. José de Jesús Aguilar, sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México e investigador del acontecimiento guadalupano, publicó un video en el que señaló que “mucha gente sabe que la Virgen se apareció en el Tepeyac, pero no sabe dónde ocurrió el milagro de la estampación”.

Explicó que Fray Juan de Zumárraga adquirió en 1529 la llamada Casa de Medel, ubicada en lo que hoy se conoce como el Antiguo Palacio del Arzobispado, a un costado de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, que en ese entonces estaba en construcción.

En ese sitio arregló su residencia en 1530 y fue ahí donde recibió a Juan Diego. Sin embargo, apuntó que “es necesario comprender que, aunque el lugar es el mismo, la construcción no la veremos como en tiempo de Juan Diego porque ha tenido cambios”.

En 1629 el edificio fue dañado por una inundación que afectó a la Ciudad de México. Casi un siglo después, en 1720, fue ampliado por el arzobispo José Pérez de Lanciego Eguiluz y Mirafuentes. Entre 1730 y 1747, el inmueble fue reconstruido en su totalidad por el arzobispo y virrey Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta.

En la actualidad, el edificio en el que habitaron 33 arzobispos conserva una fachada roja y, a los costados de la puerta principal, tiene inscripciones en latín del Apocalipsis. En la izquierda se lee “El que estaba sentado en el trono dijo”, y a la derecha, “yo hago nuevas todas las cosas”.

Esfuerzo de recuperación

Según el P. Aguilar, este inmueble fue la residencia de los arzobispos hasta que las Leyes de Reforma, a mediados del siglo XIX, obligaron a la Iglesia a desocuparlo. En 1867 albergó las oficinas de la Contaduría Mayor, posteriormente el Archivo de Hacienda, la Pagaduría de Pensiones y una imprenta.

En la actualidad, el inmueble funciona como Museo de la Secretaría de Hacienda.

El P. Aguilar relató que se realizó un esfuerzo por reconocer el valor religioso del sitio, para lo cual se mandó elaborar una escultura de Juan Diego y fray Juan de Zumárraga, la cual, dijo, fue bendecida por San Juan Pablo II y “se hizo con el propósito de que se colocara en alguna parte del palacio del ex arzobispado, incluso en la calle frente a él, para recordar que allí fue el lugar del milagro”.

“Lamentablemente, las autoridades civiles no lo permitieron”, indicó el sacerdote, quien era subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México en ese momento. La obra fue instalada finalmente en un costado de la Catedral Metropolitana, un sitio que, a su juicio, “pierde su sentido”.

“Pero con escultura o sin escultura, con una placa o sin ella, esperemos que poco a poco la noticia de que en este lugar se quedó grabada la imagen en el ayate, haga que cada vez más personas conozcan este dato”, concluyó.