El Papa León XIV dirigió este lunes el rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano con ocasión de la solemnidad de la Inmaculada Concepción.

Ante los fieles y peregrinos que le escuchaban desde la Plaza de San Pedro, el Pontífice comentó que este 8 de diciembre expresamos nuestra alegría “porque el Padre Celestial quiso a María íntegramente inmune de la mancha  del pecado original”.

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“El Señor concedió a María la gracia extraordinaria de un corazón totalmente puro, en vista de un milagro aún mayor: la venida al mundo, como hombre, de Cristo Salvador”, añadió.

También indicó que el don de la plenitud de gracia, en la joven de Nazaret, “pudo dar fruto porque ella, en su libertad, lo acogió abrazando el proyecto de Dios”. 

En este sentido, subrayó que “el Señor siempre actúa así: nos concede grandes dones, pero nos deja libres para aceptarlos o no”.

Para el Santo Padre esta fiesta también nos invita a “creer como ella creyó, dando nuestro generoso consentimiento a la misión a la que el Señor nos llama.” 

De este modo, señaló que el milagro que para María sucedió en su concepción, para nosotros “se renovó en el Bautismo: lavados del pecado original, hemos sido hechos hijos de Dios, morada suya y templo de su Espíritu”. 

“Maravilloso es el ‘sí’ de la Madre del Señor, pero también puede serlo el nuestro, renovado cada día con fidelidad, gratitud, humildad y perseverancia en la oración y en las obras concretas de amor, desde los gestos más extraordinarios hasta las tareas diarias y los servicios más cotidianos, para que Jesús sea conocido, recibido y amado en todas partes, y su salvación llegue a todos”, destacó.