La violencia contra los cristianos en Europa ha aumentado de forma alarmante en los últimos años, según un reciente informe del Observatorio sobre la Intolerancia y la Discriminación contra los Cristianos en Europa (OIDAC Europe).
Ante este preocupante panorama, Alessandro Calcagno —vicesecretario general de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE) y asesor en asuntos jurídicos y libertad religiosa en la UE— analiza en conversación con ACI Prensa las causas, riesgos y desafíos que plantea esta realidad en el continente.
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El informe documentó 2.211 crímenes de odio anticristianos en Europa en 2024, con 94 ataques incendiarios contra iglesias, casi el doble de los registrados en 2023. Más allá de los ataques físicos, el informe también refleja una creciente presión legal y social sobre los cristianos.
Secularización agresiva y protección excesiva de las minorías
Calcagno identifica la “secularización agresiva”, que busca expulsar la religión del espacio público, como una de las causas principales del aumento de la violencia contra los cristianos. A ello se suman —explica— las crecientes tensiones sociales y distintos procesos de radicalización presentes en Europa.
Otro factor determinante es la tendencia europea a centrarse en la protección de las minorías, mientras que “las mayorías han sido descuidadas”. Este abandono, afirma, se debe al enfoque pacífico de las Iglesias cristianas: “Han acabado por convertirse a menudo en un ‘objetivo legítimo’, lo que crea un contexto ideal para la aparición de episodios de este tipo”, lamenta.
Calcagno reconoce que las crisis relacionadas con abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica también han alimentado un clima de hostilidad, pero subraya que “no justifican absolutamente ninguno de los episodios de violencia”. A ello se suma que es una de las pocas instituciones que “asume con valentía posiciones firmes sobre temas éticamente sensibles, atrayendo el resentimiento del mainstream”.
Pese a la gravedad del fenómeno, la mayoría de los ataques pasa desapercibida en los medios. Esto sucede, explica, porque “la narrativa en muchos países es proteger a las minorías, mientras que las mayorías son consideradas ‘fuertes por sí solas’”. En este contexto, los ataques contra cristianos “no son noticia o no responden a las necesidades de determinadas agendas dominantes”.
Finalmente, recuerda que incluso instituciones clave como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos “han emitido pronunciamientos discutibles” en casos de expresiones abiertamente ofensivas contra lo sagrado —como desnudarse en una iglesia para protestar o utilizar lenguaje vulgar sobre textos cristianos—, mostrando en cambio “una defensa mucho más atenta de otras comunidades”.
Agresiones a sacerdotes
El informe de la OIDAC revela que casi la mitad de los sacerdotes en países como Polonia y España han sufrido agresiones, aunque la mayoría no denuncia estos episodios. Esto, subraya Calcagno, “es uno de los principales problemas en este ámbito, ligado a la percepción de una protección ausente o deficitaria por parte de las autoridades públicas para los cristianos”.
En este contexto, el vicesecretario de la COMECE insta a que este fenómeno sea reconocido “con menos reticencia” por las autoridades locales, creando incentivos y eliminando obstáculos, también de tipo psicológico.
También aboga por aumentar los canales de denuncia, desarrollar iniciativas para crear conciencia sobre estas situaciones y estrategias para asegurar una sólida recopilación de datos.
Iniciativas para frenar la situación
El italiano subraya la necesidad de reconocer que existe “una difusión cada vez mayor de intolerancia, discriminación, odio, violencia verbal y física y violaciones de la libertad de religión que afectan a los cristianos en la Unión Europea”, y que por ello es urgente “empezar a tomar el fenómeno seriamente a nivel de las autoridades nacionales y de la UE”.
En este sentido, recuerda que la COMECE apoya y promueve desde hace tiempo la idea de que se nombre un Coordinador para el odio contra los cristianos en la UE, una medida que consideran “clave”, sobre todo porque “los datos relativos al fenómeno respecto a los cristianos son inequívocos”.
También subraya la importancia de facilitar el acceso a los fondos de la Unión Europea destinados a proteger a las comunidades cristianas, así como de impulsar “iniciativas para combatir el analfabetismo religioso y garantizar la plena integración del fenómeno de la intolerancia y la discriminación contra los cristianos en los planes nacionales —o supranacionales— sobre crímenes y discursos de odio”.
Del mismo modo, destaca la necesidad de adoptar estrategias específicas para la protección de los lugares de culto, que “vayan más allá de los casos de terrorismo e incluyan también el vandalismo, la violencia, las profanaciones y cualquier otro tipo de ataque”.
Por último, Calcagno recuerda las “recientes e importantísimas” directrices publicadas por la OSCE, Understanding Anti-Christian Hate Crimes and Addressing the Security Needs of Christian Communities. Confía en que este documento “abra el camino a iniciativas similares a nivel de la UE” y afirma que “su aplicación eficaz y urgente podrá ayudar de manera decisiva a combatir el fenómeno”.



