La organización Pax Christi Internacional (PCI), el movimiento católico mundial por la paz, clausuró este domingo en la ciudad de Florencia su Encuentro Mundial del 80º Aniversario, con el anuncio del Premio de la Paz 2025 a la Diócesis de El Paso (Estados Unidos).
Según sus organizadores se trata de un reconocimiento a su “valiente testimonio de no violencia evangélica y firme defensa de las comunidades migrantes y fronterizas”.
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El encuentro, celebrado del 5 al 9 de noviembre, reunió a líderes eclesiales, teólogos, constructores de paz y jóvenes activistas de más de 50 países, en una cita marcada por la reflexión sobre los desafíos contemporáneos de la violencia, la desigualdad y la crisis ecológica.
El evento conmemoró ocho décadas de compromiso de Pax Christi con la reconciliación, la justicia y la no violencia inspirada en el Evangelio, desde su fundación en 1945 en Lourdes por Mons. Pierre-Marie Théas y Madeleine Dortel-Claudot, como respuesta espiritual a los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
Un premio que cruza fronteras
El momento culminante del encuentro fue la ceremonia de entrega del Premio de la Paz, concedido a la Diócesis de El Paso (Texas, Estados Unidos), de la que Mons. Mark Seitz está al frente.
El premio quiso poner en valor su compromiso pastoral con los migrantes que atraviesan la frontera norte de México, por ejemplo, a través de iniciativas como la Casa de la Anunciación, un edificio que da refugio a estas personas en situación de vulnerabilidad.

El prelado, conocido por su defensa pública de los derechos humanos y su cercanía a las comunidades vulnerables, agradeció el reconocimiento destacando que la labor de la Iglesia en la frontera es una expresión visible de la caridad cristiana y de la esperanza en acción.
“Hay una dimensión profética en este trabajo”, afirmó Mons. Seitz. “Nuestra solidaridad debe ser visible… El camino del amor no puede esconderse bajo el celemín; debe hacerse cuerpo, encarnarse y hacerse público", explicó.
Juventud, justicia y no violencia
Durante los cinco días del encuentro, los delegados participaron en momentos de oración, reflexión y discernimiento, con especial atención a la formación de jóvenes constructores de paz, inaugurándose oficialmente el Pax Christi Youth Forum, un foro juvenil que funcionará como una plataforma de diálogo y acción.
También se realizó una peregrinación a la Casa per la Pace, símbolo del recorrido espiritual y solidario del movimiento, y una asamblea extraordinaria para discernir sus orientaciones futuras y elegir a la nueva dirección internacional.
Las sesiones abordaron cuestiones como la fragilidad de las democracias, la justicia ecológica y la seguridad humana integral, reafirmando la convicción de Pax Christi de que “no hay paz sin justicia, ni reconciliación sin respeto a la dignidad humana y a la creación”.
Al concluir el encuentro, los responsables del movimiento renovaron su compromiso con la misión de Pax Christi para los próximos años: promover la paz como vocación cristiana, favorecer el diálogo interreligioso y fortalecer la red de comunidades comprometidas con la no violencia activa.
Ocho décadas después de su nacimiento, Pax Christi sigue trazando —como recordó uno de los ponentes— “los caminos de Isaías”, aquellos que conducen de la guerra a la justicia, y de la indiferencia a la fraternidad.





