El paso del huracán Melissa por el Caribe ha dejado “una estela de muerte, sufrimiento y devastación”, según el sacerdote Massimo Miraglio, misionero camilo y párroco de la aldea Pourcine-Pic Makaya, en Haití.
En declaraciones a la agencia pontificia Fides, el misionero recordó la violencia con la que el huracán Melissa golpeó a Jamaica y Cuba. Esta semana, por ejemplo, el episcopado cubano aseguró que está dando “los pasos necesarios” para que se concrete la ayuda de tres millones de dólares ofrecida por Estados Unidos.
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Sin embargo, señala el sacerdote camilo, en Haití también dejó “varios muertos y heridos”, además de “enormes” daños “a las frágiles infraestructuras y a la agricultura”.
El huracán afecta de manera especial al país caribeño, que desde hace varios años está sumido en la pobreza, la inestabilidad política y la violencia de bandas criminales que controlan un enorme porcentaje de la capital, Puerto Príncipe.
“Por el momento ni siquiera es posible hacer un balance aproximado; se verá con el paso de los días”, dijo el P. Miraglio.
El 4 de noviembre, el gobierno haitiano informó que Melissa ocasionó la muerte de 43 personas, y que otras 13 se encuentran desaparecidas. La región suroeste del país fue la más afectada, según reporta DW, donde deslizamientos de tierra e inundaciones devastaron a más de 30 comunidades.
“En Jeremie la situación ha ido mejor de lo previsto, pero hasta el viernes 31 de octubre no recibí las primeras imágenes de la parroquia de Pourcine-Pic Makaya. Sin duda, en la montaña la situación es mucho más difícil: por ahora, los caminos son intransitables”, explicó el misionero camilo sobre su comunidad.
“Además de una persona fallecida, los daños a los cultivos son enormes; muchas casas humildes han resultado dañadas y numerosos animales de granja han muerto. La casa parroquial resistió, aunque fue invadida por el agua, y la pequeña cocina quedó destruida por la caída de un árbol. También se perdieron las plantaciones de banano, café y varios árboles. Me estoy organizando para subir en cuanto sea posible restablecer los caminos”, añadió.
En Pourcine-Pic Makaya, continuó, no se han registrado “grandes pérdidas humanas” pero es urgente volverse a poner en marcha: “Reabrir la escuela, limpiar el manantial, permitir que lo que queda pueda regenerarse. ¡La vida es más fuerte!”, concluyó el P. Miraglio.




