El paso del huracán Melissa dejó en Cuba más de 45.000 viviendas dañadas y, con ello, miles de damnificados. Ante este panorama, los obispos cubanos informaron que están dando “los pasos necesarios” para que se concrete la ayuda de tres millones de dólares ofrecida por Estados Unidos “a través de la Iglesia Católica de ese país”.
Melissa tocó el oriente de Cuba en la madrugada del 29 de octubre con vientos sostenidos de hasta 195 kilómetros por hora, de acuerdo al Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés).
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El huracán de categoría 3 causó daños en la infraestructura e inundaciones a causa de las lluvias. Según el medio oficial Cubadebate.cu, hay “45.282 afectaciones en viviendas, la mayoría en techos”. Además, 78.700 hectáreas de cultivos han sido dañadas y más de 120 mil personas permanecen “en centros de evacuación y en casas de familias”.
Ante esta situación, la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) informó el domingo 2 de noviembre que ha “recibido un ofrecimiento de carácter humanitario de la Administración de los Estados Unidos, que pasa a través de instituciones de la Iglesia Católica en ese país, para ayudar directamente a los damnificados por el huracán Melissa, con tres millones de dólares en recursos”.
“Los obispos católicos y la Cáritas de Cuba están dando los pasos necesarios y sosteniendo conversaciones útiles y positivas con todas las partes, para que este ofrecimiento se pueda convertir en realidad”, indicó el Episcopado en un comunicado.
La COCC añadió que “son ampliamente conocidos las dificultades y desafíos que atraviesa el pueblo cubano” y, tras el paso del huracán Melissa, “nuestros hermanos del Oriente del país viven una situación catastrófica, muy dolorosa y triste”, especialmente en Santiago de Cuba, Guantánamo, Bayamo y Holguín.
En ese sentido, reiteró su deseo de seguir cumpliendo con su misión de “anunciar el Evangelio, dar el culto debido a Dios, comunicar la gracia de la salvación a través de los Sacramentos y servir en la caridad a todos, especialmente a los más pobres y necesitados”. “Hoy quiere seguir respondiendo a su vocación, en las nuevas circunstancias que la historia nos depara”, afirmó.
Por ello, pidió a los fieles orar “para que estas gestiones en curso y todas las ayudas que se van ofreciendo a nuestro pueblo, por diversas vías, alcancen un resultado satisfactorio y contribuyan al bienestar de los afectados y a generar la esperanza, que Cuba anhela y necesita”.
Mientras se concreta la ayuda, Cáritas continúa distribuyendo alimentos con los recursos que dispone. El 1 de noviembre entregó “695 raciones de comida para todo el poblado de El Cobre” a través de 120 voluntarios de la parroquia.
Obispos ponen al régimen cubano “contra las cuerdas”
La carta de los obispos cubanos en la que informan del ofrecimiento de Estados Unidos ha sido destacada por un analista cubano como una manera de poner “contra las cuerdas” al régimen comunista, para que acepte la ayuda más allá de las diferencias ideológicas que hay entre ambos gobiernos.
Osvaldo Gallardo, escritor cubano y activista por la libertad religiosa, señaló que “es muy significativo que los obispos cubanos hayan reaccionado tan pronto al anuncio de los 3 millones de dólares de ayuda del Gobierno de los Estados Unidos, situándose con transparencia en un escenario en el que el régimen cubano rechaza sistemáticamente cualquier ayuda norteamericana”.
En un análisis enviado a ACI Prensa, Gallardo añadió que, al publicar su comunicado de forma inmediata, el Episcopado manifiesta la urgencia y “la dimensión real de la crisis social y humana en la isla: no es ya una ayuda opcional sino un llamado a actuar”.
“Al hacerlo, el Episcopado hace visible una fisura entre la diplomacia oficial del régimen —que insiste en rechazar lo que viene de EE.UU.—, y la necesidad real de solidaridad y rescate humanitario que el país enfrenta”.
Asimismo, “al poner tan claramente su voz a favor de que la ayuda se canalice, los obispos ponen ‘contra las cuerdas’ al sistema gubernamental, porque abren un espacio de exigencia moral y de rendición de cuentas”.
“Su actitud refuerza la idea de que la respuesta a la crisis no puede demorarse y de que los cubanos merecen que se priorice su alivio sin prejuicios ideológicos. En ese sentido, el documento de la Iglesia gana protagonismo como interlocutor con autoridad ética, al mismo tiempo que evidencia que el bienestar del pueblo cubano —y el deber de los que pueden ayudar— trasciende los vetos políticos del poder”, afirmó.




