El Papa León XIV recibió en audiencia a los miembros del Pontificio Colegio Portugués, a quienes aconsejó cultivar la escucha mutua, confiar en el Sagrado Corazón de Jesús y vivir la colegialidad.
Cultivar la escucha mutua
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Al inicio de su discurso, el Santo Padre se dirigió a los sacerdotes portugueses para recordarles la importancia de la escucha en su misión:
“Cuando, por la promoción humana y para la gloria de Dios, nos escuchamos mutuamente y respetamos lo que el Espíritu Santo suscita en cada fiel, distinguimos con mayor claridad y confianza los signos de los tiempos, trabajando unidos en la construcción del Reino de Cristo”.
También puso de relevancia la dimensión de la universalidad de la Iglesia y la de la misericordia divina, algo que se vive con mayor intensidad durante los años jubilares, “una oportunidad —señaló el Santo Padre— para adquirir una conciencia más intensa del don de la misericordia que brota del Corazón de Cristo”.
Confiar en el Sagrado Corazón de Jesús
El Santo Padre recordó que los primeros estudiantes del Pontificio Colegio Portugués —fundado por el Papa León XIII en el Jubileo del año 1900—, se consagraron al Sagrado Corazón de Jesús: “¡Continuad haciéndolo! ¡Seguid confiando vuestra vida al Corazón del Señor; acercaos cada vez más a Él y aprended de Él la misericordia!”, les exhortó.
El Papa insistió en que un Colegio consagrado al Corazón de Cristo “es escuela de la divina misericordia, en la cual los estudiantes, imitando al discípulo amado, escuchan el latido del amor de Dios y así se convierten en verdaderos teólogos”.
En este contexto, subrayó que un sacerdote, cualquiera que sea la misión que se le confíe, “encuentra siempre en ella una ocasión para configurarse con el Buen Pastor: no le basta tener un corazón de carne, un corazón humano y sabio, sino que siente la necesidad de un corazón como el de Jesús, siempre unido al Padre, apasionado por la Iglesia y lleno de compasión”.
El Santo Padre también les animó a encontrar en Él descanso y “reconstruir” la unidad de la vida, así como mantenerse “unidos al Señor Jesús en la escucha de su Palabra, en la celebración de los Sacramentos —especialmente la Eucaristía—, en la Adoración, en el discernimiento espiritual y en la amabilidad fraterna entre vosotros”.
Vivir la colegialidad
A continuación, el Papa les recomendó hacer de su colegio un “hogar” donde se viva la colegialidad: “Edificad una casa colegial que sea también acogedora, como debe ser la Iglesia”, afirmó.
Al término de su discurso, el Papa recordó que el Colegio recibió el título de “Casa de Vida” por la acogida de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. “Este título es al mismo tiempo una herencia y una responsabilidad en vuestra construcción cotidiana de la fraternidad”, subrayó.
También recordó a las Hermanas Franciscanas de la Virgen de las Victorias, que pertenecen al Colegio, y les agradeció por su dedicación a los sacerdotes y por su actitud materna: “La cercanía de la maternidad espiritual nadie puede sustituirla, y vosotras la ofrecéis y cultiváis desde hace cincuenta años: aunque discreta, no está escondida a los ojos de Dios”, señaló.
Por último, les pidió rezar el Rosario durante este mes y pedir por la intercesión de la Virgen de Fátima, por su misión como Pontífice, “por la Iglesia y por la paz”, concluyó.




