El Arzobispo de Madrid, Cardenal José Cobo, elogió el valor del testimonio de los padres y madres de los sacerdotes y les agradeció su “generosidad hacia la vida de la Iglesia”.

Lo hizo este sábado durante el Jubileo de los padres y madres de sacerdotes en Madrid, un encuentro impulsado por sacerdotes jóvenes que se había pospuesto debido al fallecimiento del Papa Francisco y el proceso de elección de León XIV 

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“Gracias por haber ayudado a crear un clima de fe y devoción donde esa llamada se ha hecho posible. Habéis estado a veces delante, otras detrás, otras al lado y otras de un modo misterioso, pero ahí habéis estado”, expresó el purpurado en su homilía.

El Cardenal recordó que la vocación “es una gracia” que se encarna en una historia concreta que “casi siempre empieza en casa” y detrás de la cual “hay una historia coral de amor a Dios, libre y gratuita, pero que necesita siempre un ambiente donde nacer y donde crecer” que muchas veces es la familia. 

Desde su consagración “ya no son vuestros”

“Les ayudasteis a descubrir el centro de su vida, Jesucristo y la Iglesia, y así habéis prestado un servicio muy especial” a la Iglesia, sostuvo el Cardenal Cobo.

“Desde su consagración, no se pertenecen. Jesucristo toma posesión de ellos, pertenecen a la Iglesia, ya no son vuestros. Y con este despojo y esta ofrenda vuestra, hacéis posible que ellos estén disponibles totalmente para servir al pueblo de Dios”, agregó.

Esa entrega exige una amor a Jesucristo “por encima de cualquier otro amor”, que, puntualizó, “no entra en competencia con ningún otro, pero da un sentido nuevo a todos los afectos… Vuestros hijos os aman con un afecto purificado desde su amor y desde la entrega de su ministerio”.

Además, el purpurado animó a los padres de sacerdotes a no dejar nunca el ministerio de oración para “sigan sintiendo arder el corazón para una entrega sin límites… Pertenecéis a este presbiterio desde vuestra oración”. 

“Sois el rostro de la maternidad de la Iglesia para todos los sacerdotes. Ahí todos lo hemos aprendido. Madres, padres, familias, vuestra presencia, vuestra voz, vuestras lágrimas y vuestra esperanza son la fuerza espiritual en la vida de todos los sacerdotes y de este presbiterio de Madrid”, dijo el Arzobispo de Madrid.

“Lo que vemos es la obra que el Señor ha hecho”

La Archidiócesis de Madrid difundió el testimonio de algunos de estos padres y madres que narran cómo vivieron el paso vocacional de sus hijos. 

“La noche que dejamos a mi hijo en el seminario, volvimos todo el camino en coche mi marido y yo llorando. Y cuando llegamos a casa y pasamos por delante de su habitación, volvimos a abrazarnos llorando”, narró Pilar refiriéndose a Eugenio, el segundo de sus tres hijos.. 

El pequeño, Álvaro,  ingresó también en el seminario cuando su hermano fue ordenado diácono. “Lo que vemos es la obra que el Señor ha hecho, que parece mágica porque son los mismos que cuando entraron al seminario, pero también diferentes”, explica su padre, también llamado Eugenio.

Juan Ignacio y Teresa tienen dos hijos sacerdotes y reconocieron que “cuando se despierta la vocación de un hijo, cuesta porque supone una separación”. Aún así, dicen, se acoge porque es la voluntad de Dios. 

Aurea, la madre de Pablo, otro sacerdote, reconoce que le costó oír la noticia porque fue todo un poco precipitado y sólo le quedaba un año para terminar su carrera universitaria. “No me hizo mucha gracia”.

Su padre, Jesús, considera que “lo que hay que hacer es aceptar lo que los hijos quieren y acompañarlos en cualquier momento”, del mismo modo que con un hijo que se va a casar. Y así hacen con otro de los hijos, que aún está en el seminario.