¿Qué hace un católico cuando la liturgia a la que ha asistido —en algunos casos, durante más de una década— es prohibida en su iglesia parroquial?
Esa es una pregunta que están respondiendo de diferentes maneras aproximadamente 1.500 católicos en la Diócesis de Charlotte, Carolina del Norte (Estados Unidos), quienes, hasta la semana pasada, asistían regularmente a la Misa tradicional en latín (MTL) en una de cuatro iglesias parroquiales.
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La práctica llegó a su fin el 2 de octubre, cuando el obispo Michael Martin, líder de Charlotte por menos de un año y medio, restringió las celebraciones de la forma de la Misa utilizada antes de las reformas del Concilio Vaticano II a una sola capilla a poco más de 48 kilómetros al norte de Charlotte.
El obispo Martin dijo que la medida buscaba poner a la diócesis en conformidad con Traditionis custodes, una carta apostólica de 2021 del Papa Francisco que pidió restringir severamente la MTL por el bien de la unidad de la Iglesia.
Tras la decisión, los miembros de las comunidades MTL afectadas en Charlotte que hablaron con el National Catholic Register y EWTN News expresan sentimientos similares de dolor, frustración y alienación. Pero sus cursos de acción —que incluyen desde quedarse en su parroquia hasta viajar horas para asistir a Misa— son indicativos de una elección casi imposible entre la liturgia que aman y las parroquias a las que pertenecen, una disyuntiva que muchos sienten se les ha impuesto innecesariamente.
Según la Charlotte Latin Mass Community (CLMC), un grupo que aboga por el acceso a la MTL en la diócesis, entre 600 y 625 personas en total asistieron a las dos Misas del domingo 5 de octubre ofrecidas en la recién inaugurada Chapel of the Little Flower en Mooresville. La capilla, una antigua iglesia protestante convertida con capacidad para 364 personas, carece de órgano y tiene estacionamiento limitado.
Entre los asistentes estaba la familia Hadi: Edwin, Elizabeth y sus cinco hijos, de 5 a 17 años. La familia se mudó a Charlotte desde la ciudad de Nueva York hace seis años en parte por las liturgias parroquiales reverentes que encontraron en la diócesis. Sus cuatro hijos varones servían regularmente tanto en la MTL como la Misa posterior al Vaticano II (Novus Ordo) en su parroquia, St. Thomas Aquinas en Charlotte.
Pero la asistencia de la familia de siete a la capilla de la MTL este pasado domingo no estuvo exenta de consternación. Según Elizabeth, sus hijos se sintieron divididos entre participar en la MTL y asistir a su parroquia, llegando uno de sus hijos incluso a suplicar a sus padres que le permitieran caminar más de 11 kilómetros para poder servir en la Misa en St. Thomas Aquinas.
Los Hadi planean dividir los domingos entre la capilla y su parroquia mientras continúan orando por claridad.
“Amamos a nuestro párroco y queremos permanecer enraizados en la vida parroquial, pero también sabemos que la MTL es un don precioso que debemos preservar”, dijo Elizabeth al Register. “La decisión del obispo está fracturando nuestra comunidad armoniosa, y sé que muchas otras familias también están luchando con cómo manejar el cambio”.
“Una pérdida de cualquier modo”
En una carta del 26 de septiembre, el obispo Martin reconoció que los devotos de la MTL en Charlotte “se sienten apegados” a sus parroquias y desea que “continúen comprometidos con ellas”. Con ese fin, no se ofrecerán programas ni sacramentos más allá de la Misa en domingo y días de precepto en Little Flower. Y no se tomará ninguna colecta para mejorar la capilla.
“Los animo a ver la Little Flower Chapel como verían una capilla de santuario a la que podrían acudir ocasionalmente para la Misa, mientras participan regularmente en la vida de la parroquia a la que pertenecen”, escribió el obispo.
Sin embargo, no todos lo ven de la misma manera.
“Amamos a nuestra parroquia, pero necesitamos ir donde está la Misa en latín”, dijo Kimberly Perry, quien asistió con su esposo a la última MTL celebrada en St. Ann’s en Charlotte el jueves, a EWTN News in Depth. “Así que iremos a Mooresville, y estaremos tristes de no estar aquí”.
CLMC, que ha trabajado durante mucho tiempo con el personal parroquial para medir la asistencia a las Misas tradicionales en latín en la diócesis, dijo que la asistencia a las Misas Novus Ordo que reemplazaron las MTL parroquiales fue escasa este pasado domingo.
En St. Ann’s, la asistencia a la Misa dominical de las 12:30 p.m., ahora un Novus Ordo con la misma música sacra que se ofrecía en la MTL, bajó de 450 asistentes habituales a 200. De manera similar, sólo 100 personas habrían asistido a la liturgia Novus Ordo de reemplazo en Our Lady of Grace en Greensboro, en vez de 300.
En algunos casos, los católicos no sólo están dejando su parroquia para asistir a la MTL los domingos: están dejando el estado.
Mientras que muchos que habían asistido a la ahora proscrita MTL en St. John the Baptist en Tryon permanecerán en la parroquia para cumplir con su obligación dominical, algunos cruzaron la frontera hacia Carolina del Sur para asistir a la MTL este pasado domingo. Los 50 minutos hasta la iglesia católica Prince of Peace en Taylors son un viaje mucho más corto que las dos horas hasta la capilla de la MTL de la Diócesis de Charlotte.
“No es lo que queremos hacer en absoluto. Haremos cualquier cosa para evitarlo, pero eso es lo que vamos a hacer por el momento”, dijo Peter Brunk al Register.
De manera similar, miembros de la página de Facebook de CLMC informaron que algunos feligreses de Our Lady of Grace cruzaron límites diocesanos para asistir a la MTL en la Catedral del Santo Nombre de Jesús en Raleigh.
De vuelta en el área metropolitana de Charlotte, el cierre de las MTL parroquiales llevó a algunos a recorrer otro tipo de distancia. CLMC informó que la asistencia a dos MTL dominicales ofrecidas en St. Anthony of Padua, una capilla en el área de Charlotte administrada por la canónicamente irregular Sociedad de San Pío X, aumentó de aproximadamente 275 a 320, un incremento del 16%.
Pero para algunos, la distancia —ya sea geográfica o eclesial— es simplemente demasiado grande. Las finanzas limitadas, el transporte poco confiable y la dificultad de viajar con un automóvil lleno de niños han sido citados como razones por las cuales los católicos de Charlotte que anteriormente asistían a la MTL probablemente se quedarán en su parroquia para la Misa dominical.
Esto es cierto incluso para feligreses de St. Thomas Aquinas y St. Ann’s, que están a unos 30 a 40 minutos en auto de la nueva capilla.
Diane Stocker, de St. Ann’s, por ejemplo, dijo que el viaje de ida y vuelta a Mooresville los domingos después de que su esposo ha estado en la carretera toda la semana por trabajo significa que sólo podrán asistir a la MTL “en ocasiones”. Ya sea que la pareja esté en su parroquia sin la MTL o asistiendo a la liturgia que aman lejos de St. Ann’s, dijo, “será una pérdida de cualquier modo”.
“El mundo necesita comunidades católicas fuertes en este momento, y esto nos va a dividir de maneras que ni siquiera podemos predecir completamente”, dijo Stocker, quien ha asistido a la MTL en St. Ann’s desde que se ofreció por primera vez los domingos en 2013, a EWTN News.
¿Falta de escucha?
Para muchos miembros de la comunidad MTL de Charlotte, los sentimientos de división se han visto agravados por la manera en que el obispo Martin comunicó su decisión. Aunque escribió a la comunidad de la Misa en latín en su carta de septiembre que ha “escuchado sus historias de fidelidad y las maneras en que la MTL ha enriquecido sus caminos espirituales”, muchos miembros no se sienten especialmente escuchados.
“La carta fue difícil de leer”, compartió Elizabeth Hadi. “Que te digan que la MTL está causando división y por eso debe restringirse cuando eso categóricamente no ha sido nuestra experiencia —ni la experiencia de nadie que conozcamos— fue doloroso.”
Hadi dijo que el obispo Martin nunca fue a St. Thomas Aquinas para reunirse con la comunidad de la MTL allí. Si lo hubiera hecho, dijo, habría presenciado “una profunda reverencia, música trascendente, una plétora de monaguillos entusiastas y concentrados, y una variedad tan hermosa y viva de feligreses, estudiantes universitarios, familias en crecimiento, parejas de ancianos y una diversidad de etnias adorando con alegría, devoción y armonía”.
Brian Williams, cofundador de CLMC, dijo que el obispo Martin tampoco visitó las otras tres comunidades parroquiales de la MTL.
De manera similar, Williams dijo que una campaña de envío de cartas al obispo Martin cuando anunció por primera vez su intención de restringir la MTL en mayo sólo obtuvo cartas modelo de respuesta por parte de la diócesis.
“No has caminado con nosotros”, dijo Williams sobre el obispo Martin. “Aún no nos hemos reunido contigo, y no has hecho ningún esfuerzo por conocernos”.
Según CLMC, los párrocos de las cuatro parroquias que habían ofrecido la MTL se reunieron con el obispo Martin el 28 de agosto para hacer una petición final de reconsiderar la restricción. El obispo, quien previamente había tenido la intención de restringir las MTL parroquiales en julio pero lo postergó tras la reacción pública, siguió adelante con su implementación.
Al cierre de esta edición, la Diócesis de Charlotte no respondió a una solicitud de comentarios adicionales.
Michael Kramer, feligrés de St. Thomas Aquinas y padre de cinco hijos menores de 12 años, dijo que “nunca se ha sentido menos unido” a su obispo.
“No veo cómo se puede reconstruir un espíritu de confianza y unidad incluso si se revierten las normas”, dijo Kramer, quien asistió a Little Flower este pasado domingo y lo seguirá haciendo en adelante. “Esto podría y debería haberse evitado”.
Un vacío en la comunidad
En Bread Not Stones, una película sobre la comunidad de la Misa en latín en Charlotte estrenada el mes pasado, un devoto local de la MTL dijo que la idea de separar la vida parroquial de la asistencia litúrgica era como vivir una “doble vida”. Otro la comparó con un “divorcio forzado”.
Por su parte, el P. Timothy Reid, párroco de St. Ann’s, ha reconocido la difícil posición en que se encuentran muchos de sus feligreses.
En una carta del 28 de septiembre, instó a quienes asistirán a Little Flower a “recordar, por favor, que St. Ann’s sigue siendo su hogar parroquial, y que la capilla de la Misa en latín actuará como una especie de extensión de nuestra parroquia”.
“Dicho esto, sigue siendo difícil”, dijo en Bread Not Stones. “Porque como pastor, quieres ver a tu pueblo. Y el domingo es cuando ves a tu pueblo. Y aquí habrá un vacío en nuestra comunidad”.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.






