En un nuevo aniversario del primer gobierno patrio en Chile, el Arzobispo de Santiago, Cardenal Fernando Chomali, encabezó la tradicional oración del Te Deum en la Catedral Metropolitana y destacó los cuatro pilares que sostienen el alma de Chile: familia, fe, democracia y solidaridad.

La celebración contó con la presencia del presidente de la República, Gabriel Boric —quien asistió por última vez en su mandato, debido a que este año se celebran elecciones presidenciales—, autoridades de los poderes legislativo y ejecutivo, numerosos funcionarios y miembros de las Fuerzas de Seguridad.

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A 215 años de la primera junta de gobierno, el cardenal dedicó su homilía a reflexionar sobre la realidad y el futuro de Chile, destacando en primer lugar la importancia de la educación: “La ignorancia es la causante de gran parte de los males que nos aquejan como sociedad, como la ausencia de diálogo, la violencia, el desprecio por la vida, la cultura de la cancelación, la corrupción y la frivolidad”.

Asimismo, ante las amenazas y la incertidumbre que atraviesa el mundo, el cardenal remarcó cuatro pilares fundamentales que forman parte del “alma de Chile”: la familia, la fe, la democracia y la solidaridad. 

Al referirse a la familia, el arzobispo advirtió que “el peor servicio que se le puede hacer a Chile es desincentivar el matrimonio y la natalidad, o conculcar a un niño el derecho que tiene a ser concebido, gestado y criado por sus padres”. 

“Nunca olvidemos que la infancia cimenta la casa donde habitaremos toda nuestra vida. Procurar una infancia libre de temores y con experiencias de amor sincero, es la mejor política pública para estos tiempos”, subrayó, exhortando a los presentes a poner su mayor esfuerzo para superar las duras cifras de la pobreza y el abandono en el país.

En segundo lugar se refirió a la fe, destacando la participación activa de la comunidad en las fiestas religiosas. “La piedad popular es también un espacio de cohesión social extraordinario y de verdadera amistad cívica. Un buen cristiano siempre es un buen ciudadano”, indicó. 

“Chile es un país laico, lo sabemos, pero ello no significa que los creyentes tengamos que guardar silencio cuando vemos amenazados los fundamentos de la democracia y del Estado de derecho, sobre todo cuando se pretende aprobar leyes claramente injustas como el aborto y la eutanasia, porque atentan contra quienes el Estado debiese cuidar y proteger celosamente, los más débiles”, sentenció.

En cuanto al sistema de gobierno, el Cardenal Chomali aseguró que “el pueblo de Chile ama la democracia, reconoce su valor y sabe el costo que se paga cuando se pierde. Ello exige agradecer, pero al mismo tiempo, estar atentos a las corrientes que minimicen su valor”.

Y como último pilar, valoró el espíritu solidario de los chilenos, especialmente frente a circunstancias dramáticas y adversas.

Evocando las palabras del Papa León XIV, el arzobispo convocó a los presentes a “pensar en grande”, y enunció tres desafíos para el país.

En primer lugar, un proyecto común que permita trabajar para superar la pobreza tanto material, como intelectual y espiritual; como segundo punto, recuperar la dimensión ética de la vida personal, evitando situaciones que dañen la fe pública; y finalmente, promover el valor de lo comunitario. “Si juntos logramos promover un proyecto común, una ética personal sana y el reconocimiento del valor de lo comunitario, podremos lograr un mayor sentido de pertenencia al país que amamos y doblarle la mano a la desafección”, aseguró.

El arzobispo finalizó su mensaje insistiendo en que Chile debe mirar hacia adelante con esperanza y unidad. “No es tiempo de divisiones estériles, de polarizaciones, de cálculos mezquinos, sino de unidad en lo esencial: la defensa de la dignidad de cada persona, la búsqueda del bien común, la recuperación de la confianza y de la esperanza”, exhortó.

Por eso, en nombre de la Iglesia, pidió “a todos quienes ejercen algún cargo de representación o aspiran a tenerlo, a hacer de su actuación una clase magistral de civilidad y respeto”. 

“No se trata solo de ganar votos, sino de recuperar la confianza de los chilenos y demostrar que la política es una actividad noble, necesaria y fundamental, cuyo fin último es el bien común, el más alto bien al que podemos aspirar”, subrayó. 

“No están los tiempos para otra cosa que no sea el amor, la cooperación y la generosidad”, concluyó.

Participaron del Tedeum representantes de distintos credos, además de niños y jóvenes que llevaron como ofrenda flores y banderas. La profesora María Cristina Uribe recitó el poema “Oración al Cristo del Calvario”, de Gabriela Mistral. Acompañó la celebración el Coro del Arzobispado de Santiago y una orquesta de músicos.