Decanos de las facultades de medicina de siete universidades chilenas se pronunciaron sobre el proyecto de ley que busca autorizar la eutanasia en el país.
El proyecto busca establecer el derecho a optar voluntariamente a recibir asistencia médica para acelerar la muerte en casos de enfermedad terminal e incurable, y aclara que esta práctica debe estar orientada a causar una muerte rápida, sin dolor y con el menor sufrimiento posible.
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Entre los requisitos para acceder está el diagnóstico de un problema de salud grave e irremediable por dos médicos especialistas; tener nacionalidad chilena, residencia legal en Chile o residencia acreditada superior a doce meses; ser mayor de edad; encontrarse consciente al momento de la solicitud; la certificación de un médico psiquiatra del pleno uso de facultades mentales del solicitante; y que la solicitud sea en forma expresa, razonada, reiterada, inequívoca y libre de cualquier presión externa. La solicitud es personalísima e indelegable.
Prevenir, curar, cuidar, aliviar y acompañar
Con “profunda preocupación”, mientras el proyecto se debate en la Comisión de Salud del Senado, los decanos de las facultades de Medicina de la Universidad Católica del Maule, Dr. Iván Castillo; Universidad Autónoma, Dr. Luis Castillo; Pontificia Universidad Católica de Chile, Dr. Felipe Heusser; Universidad Católica de la Santísima Concepción, Dr. Patricio Manzárraga; Universidad de los Andes, Dr. Enrique Oyarzún; Universidad San Sebastián, Dr. Carlos Pérez; y de la Universidad Finis Terrae, Dr. Ernesto Vega, expusieron sus argumentos en contra de la iniciativa parlamentaria.
“La medicina tiene como fines promover la salud, prevenir la enfermedad, curar, cuidar, aliviar el dolor y el sufrimiento, y evitar la muerte prematura acompañando al paciente hasta su fin natural. Nunca debe abandonarlo ni menos provocar la muerte para aliviar su sufrimiento”, expresan en una carta conjunta.
“Así lo reconoce la comunidad médica internacional, incluida la Asociación Médica Mundial (AMM) que en su 70ª Asamblea General (Tbilisi, 2019) reafirmó el deber de respetar toda vida humana de acuerdo con los principios inmemoriales de la ética médica”, subrayan.
“La vida es un bien indisponible”
Por eso, “como facultades de medicina, hacemos nuestro este compromiso y nos oponemos a la eutanasia y al suicidio médicamente asistido”.
Entre sus argumentos, recuerdan que “la vida es un bien indisponible, regla general que sostiene tanto la ética médica como el derecho”.
“El homicidio y la ayuda al suicidio están sancionados expresamente en nuestro sistema jurídico”, enfatizan. Por lo tanto, “pretender legitimar la eutanasia y el suicidio asistido, además de involucrar a profesionales de la salud en su ejecución, contradice principios básicos de la ética médica y desnaturaliza la relación médico-paciente, que debe fundarse siempre en el cuidado por toda su vida”.
En ese marco, aclaran: “Rechazamos el empecinamiento terapéutico, ya que prolongar artificialmente la agonía del paciente es también una práctica contraria a la ética médica. Suspender tratamientos fútiles no constituye eutanasia”.
Así como llaman a respetar la decisión de un paciente de “rechazar tratamientos no deseados, aun cuando ello anticipe la muerte”, advierten que “la diferencia esencial está en provocar directamente la muerte”.
El proyecto “impone la muerte como prestación sanitaria”
“El proyecto en discusión autoriza la eutanasia incluso en pacientes con enfermedades crónicas tratables, no terminales, confundiendo lo incurable con lo intratable”, señala el comunicado, y añade: “Más aun, desnaturaliza la relación médico-paciente al obligar al profesional a incluir el ‘derecho’ al suicidio asistido y a la eutanasia al momento de informar un diagnóstico”.
Esto, advierten los decanos, “transforma la comunicación con el paciente en un frío acto tecnocrático, despojado de humanidad”.
Por otra parte, indican que el proyecto “impone la muerte como prestación sanitaria, calificando la eutanasia y el suicidio asistido como actos médicos”, lo cual invierte la lógica y la ética de la profesión, ya que “obliga al médico que rechace esta práctica a justificar públicamente su objeción, mientras quienes la aceptan quedan fuera de todo escrutinio y control”.
Citando a la Asociación Médica Mundial (AMM), desde las facultades se expresan categóricamente sobre este punto: “Ningún médico debe ser obligado a participar ni a derivar a un paciente para estos fines".
“La verdadera compasión no mata”
“La verdadera compasión no mata. El auténtico cuidado se expresa en asegurar que nadie muera con dolor, en soledad o sin acompañamiento. Una sociedad justa y solidaria no ofrece la muerte como prestación de salud, sino cuidados paliativos, acompañamiento y alivio hasta el final de la vida”, sentencian.
“Ese es nuestro compromiso con los pacientes, especialmente los más vulnerables, y también con la formación de nuestros estudiantes”, afirman.
Finalmente, los decanos de las facultades de medicina advierten sobre “la inconveniencia de legislar este tema bajo presión en un contexto electoral”, argumentando que “la eutanasia y el suicidio asistido son decisiones irreversibles que afectan directamente la práctica de la medicina y que, precisamente por ello, exigen la mayor prudencia y responsabilidad”.




