Cada mes de septiembre los nuevos obispos de la Iglesia Católica se reúnen en Roma para participar en un curso de formación. Una iniciativa que, desde su nacimiento en 1994, se ha convertido en una auténtica tradición. 

Durante estas jornadas los prelados reciben, de la mano del Dicasterio para la Evangelización y del Dicasterio para los Obispos, orientaciones y herramientas para desempeñar con mayor claridad y responsabilidad la misión que la Iglesia les ha confiado, a través de conferencias, debates y diferentes grupos de trabajo.

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Un total de 192 obispos de todo el mundo se dieron cita el jueves 4 de septiembre para participar en estas jornadas, que tendrán lugar hasta el 11 de septiembre, cuando los prelados serán recibidos por el Papa León XIV en el Vaticano.

El dominico Xabier Gómez García, Obispo de San Feliú de Llobregat (España), desde octubre de 2024, es uno de los prelados que participa en el curso de este año. Con tan sólo 10 meses como obispo a sus espaldas, explicó a ACI Prensa desde Roma que durante estos días ha tomado conciencia “de lo que significa este servicio”.

Un tiempo de esperanza y conversión misionera

Señaló que los nuevos obispos han sido nombrados en el contexto del Año Jubilar y al final del proceso sinodal, por lo que su servicio “está marcado por un tiempo de esperanza y de conversión misionera, en una Iglesia que camina junto a su pueblo”.

En concreto, detalló que el curso de este año ofrece herramientas para “convertirnos en testigos y anunciadores de la esperanza fundada en Cristo” y lo concibe como una oportunidad para “profundizar en la catolicidad, convivir, rezar, celebrar juntos, compartir la mesa y conocer de primera mano las experiencias de la Iglesia extendida por el mundo y en tantas diócesis tan diversas”.

Mons. Gómez, quien también fue prior del convento de Santo Tomás de Aquino–El Olivar, en Madrid, expresó su agradecimiento por haber podido compartir un tiempo con obispos que representan los cinco continentes, y que han llegado de lugares como Papúa Nueva Guinea, Samoa, Rusia, Polonia, Burkina Faso,  Argelia, Argentina, Chile, México, Colombia, Francia, Polonia, Portugal o Estados Unidos.

Entre las intervenciones que tuvieron lugar durante el curso, lo qué más llamó la atención del prelado español fue “el decálogo de esperanza para un obispo en el Año Jubilar, que fue la primera introducción al curso”.

Precisó que, en general, todas las intervenciones han estado de alguna manera “atravesadas por el hilo conductor de la esperanza y nos han ayudado también a profundizar en ese sentido de la comunión y lo que significa la comunión al servicio del pueblo de Dios”.

Asimismo, les han manifestado la importancia de ser “una Iglesia en salida y servidora del Evangelio en medio del mundo”. En definitiva, explicó el obispo, “aprendemos a escuchar con un corazón que se parezca al de Cristo”.

“Debemos cuidar la relación con Dios y con los demás hermanos obispos, con nuestros colaboradores los presbíteros y con el pueblo de Dios en general. Estamos llamados a ser instrumentos de comunión y también signos de esperanza”, agregó.

Prevención de los abusos

Durante los días de formación también han profundizado en la prevención de los abusos dentro de la Iglesia. 

“Hay que reconocer que se han podido cometer errores en la atención a las víctimas y también en la falta de prevención. También se ha reflexionado sobre el acompañamiento a las personas y se ha puesto de manifiesto todo este gran esfuerzo que ha hecho la Iglesia para poner en el centro a la persona abusada”. 

“Poner en el centro ese dolor, empatizar con él y tratar de buscar siempre la verdad, la justicia y la reparación integral por el bien de estas personas que han sido heridas, y de la comunidad, y hacerlo con con cierto sentido de llamada a la conversión, para que esto mismo se convierta como en un signo de de luz y de esperanza”, añadió.

Una lectura creyente de la migración

Mons. Gómez García, quien antes de asumir su cargo como obispo fue director del Departamento de Migraciones en la Conferencia Episcopal Española (CEE), explicó que otro de los temas ha sido la migración y sus desafíos. “Para trabajar en la acogida, en una protección, promoción, e integración de las personas migradas” y poder hacer una lectura creyente de esta realidad.

“También —continuó el obispo— nos hemos preguntado qué necesitan los jóvenes de la Iglesia y qué nos quiere decir Dios a través de ellos”.

¿Cómo debe ser un obispo?

Según el prelado español, un obispo debe “ser cercano al pueblo, tener pasión por Dios y también el espíritu misionero. Creo que también es importante cultivar como actitud espiritual la humildad, la sencillez, el dejarse acompañar y mucha confianza también en la Providencia y en el Espíritu, que va guiando a su pueblo”. 

Tras manifestar su “ilusión” por el encuentro de mañana con el Santo Padre, destacó también la necesidad de compartir “humilde y sencillamente” lo vivido en Roma y seguir profundizando “al volver a nuestras diócesis, con nuestra gente, al servicio de nuestro pueblo”.

Intervenciones de cardenales

Durante los días que dura la formación, los nuevos obispos se dividen en dos grupos. Por un lado, el curso del Dicasterio de la Evangelización, que se desarrolla bajo el título “Abrir una puerta a la esperanza: llamados al episcopado en un contexto jubilar”, en el Pontificio Colegio San Pedro.

Por otro lado se encuentra el curso del Dicasterio de los Obispos, que tiene lugar en el Pontificio Colegio San Pablo. Los días 8 y 9 de septiembre los participantes de ambos cursos se reunieron en la Pontificia Universidad Urbaniana y compartieron un tiempo de fraternidad.

Entre los ponentes se encontraba el Cardenal Jean-Marc Aveline, el Cardenal Luis Antonio Tagle, quien advirtió que los obispos son “custodios” y no “dueños” del rebaño de Dios, o el Cardenal Christoph Schönborn, quien subrayó la relevancia de que el obispo sea cercano a los seminaristas y sacerdotes, quienes “deben sentir que el obispo los aprecia, los estima y los ama”.