Al cumplirse un mes de su muerte, el Arzobispado de Paraná (Argentina), publicó este lunes 8 de septiembre el testamento espiritual del Cardenal Estanislao Karlic, uno de los redactores del Catecismo de la Iglesia Católica, fallecido a los 99 años.
El Arzobispado señaló que el testamento fue redactado por Karlic en la Casa de María, del Monasterio benedictino ‘Nuestra Señora del Paraná’, en Aldea María Luisa, durante la Solemnidad de la Natividad de Jesús de 2024. Karlic fue arzobispo de la arquidiócesis entre 1983 y 2003.
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En sus primeras líneas, el cardenal argentino escribe: “La Verdad de la fe católica es la que confieso como luz, la luz con la que pido al Señor me ilumine para hacer este testamento. Me pongo ante la Misericordia Divina rogando me envuelva con su amor redentor en el último momento de mi vida terrena. Doy gracias a Dios por el amor que me regaló desde antes de la creación en Cristo Redentor”.
El purpurado también da gracias por “la vida que me dio el Señor a través de mis queridos padres, que desde su Croacia natal fueron recibidos por esta tierra argentina, generosa y acogedora, en la que pudieron crecer como familia, trabajar y dar un futuro a sus hijos; doy gracias por el inmenso don del bautismo, por la educación que recibí en el seno familiar junto a mis hermanas, Milka y Catalina, en mi pueblo natal, Oliva, y en Córdoba”.
Tras recordar que estudió en el Colegio Monserrat, en el Seminario de Córdoba, el Colegio Pío Latinoamericano de Roma y la Universidad Gregoriana, Karlic agradece el don del sacerdocio, a la Arquidiócesis de Paraná que lo acogió como arzobispo, a la Arquidiócesis de Buenos Aires, a sus hermanos obispos, a las diócesis alemanas que ayudaron a su arzobispado; a los agustinos que lo acogieron en 2005 y a los papas San Juan Pablo II y a Benedicto XVI, que lo creó cardenal.
“San Juan Pablo II me distinguió inmerecidamente designándome miembro del Comité de Redacción del Catecismo de la Iglesia Universal, y así me permitió vivir una experiencia extraordinaria del amor universal de la Iglesia por todos los hombres”, recordó el cardenal.
El ciento por uno
Y continuó: “Ante el Señor puedo decir sin temor a exagerar que se cumplió acabadamente en mí Su promesa a quienes se entreguen a Él, del ciento por uno en hermanos y bienes. Todas éstas fueron gracias muy grandes y ante tantos dones recibidos no puedo más que agradecer y pedir sinceramente perdón por mi pobre respuesta a tanto bien”.
Karlic también pide “perdón de todo corazón a nuestro Señor y a todos aquellos a quienes pueda haber lastimado con mis pecados”. “Les ruego que me encomienden a la Misericordia Divina. Quiero a mi vez perdonar a quienes me hayan ofendido. Pido al Señor me regale un corazón misericordioso.”
Su sepultura
Karlic pide en su testamento “ser sepultado con las vestimentas de cardenal que generosamente me regaló mi amigo ya difunto, el Cardenal William Levada, en la Catedral de Paraná, con la casulla que me regaló la comunidad de Santa Margarita de Sulzbach am Main con motivo de mi ordenación episcopal en 1977, sea en el altar del Santísimo Sacramento o en la Capilla del Santísimo”.
“Con mi sepultura en dicho lugar quiero significar que el sacrificio de mi vida no ha sido sino el querer ser asumido como persona en el mismo sacrificio de Cristo, hecho presente en la Santísima Eucaristía”, añade.
Su legado espiritual
“A los miembros sobrevivientes de mi familia de la sangre, en primer lugar a mi sobrina Cristina Ferrero y a su familia, les dejo la memoria de mi amor y agradecimiento, por su caridad en la vida familiar, pidiendo al Señor los colme de Su gracia y santidad para el reencuentro definitivo en el Cielo”, escribe el cardenal.
“Al Señor Arzobispo de Paraná, Monseñor Juan Alberto Puiggari, mi gratitud por sus años de servicio fiel como Obispo Auxiliar, y por su indiscutible fraternidad como Arzobispo”, prosigue.
“A las monjas benedictinas del Monasterio Nuestra Señora del Paraná, mi gratitud y bendición, por su cordial y permanente acogida, y por su asistencia y caridad en los últimos tiempos, bendición que extiendo a la Abadía del Gozo de María y a todas sus monjas, y a la Abadía de Santa Escolástica”.
Al pueblo de Argentina
El cardenal también dedica unas líneas a su patria: “Al pueblo que peregrina en la Argentina le digo que he querido servir a mi bendita patria con toda el alma, soñando para ella una vida de auténtica fraternidad, como hijos del mismo Padre, basada en el genuino respeto y diálogo para dar a todos la oportunidad de vivir la vida a la altura de la generosidad que el Señor ha tenido con esta tierra a la que ha colmado de tantos y tan espléndidos dones”.
“Quiera el Señor perdonar nuestros muchos pecados y darnos la gracia de una auténtica conversión moral para hacerlo posible”, prosigue.
“En esta memoria final no quiero olvidar a nadie. Por eso llevo en mi corazón a todas las personas que he conocido, a cuantos han sido mis queridos amigos, a cuantos han rezado por mí y me han hecho algún bien, y también a quienes les ha sido más difícil amarme”, concluye, para encomendarse finalmente a la Virgen María.
¿Quién fue el Cardenal Karlic?
Nacido el 7 de febrero de 1926 en Oliva, provincia de Córdoba (Argentina), en una familia de inmigrantes croatas, su trayectoria incluyó grandes hitos: fue doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma, Arzobispo de Paraná, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos mandatos, y uno de los redactores del Catecismo de la Iglesia Católica.
Se desempeñó como profesor de Teología y superior de la sección de Filosofía en el Seminario Mayor de Córdoba, y recibió el grado académico de Doctor Honoris Causa en la Universidad Católica de Santa Fe.
Pasó sus últimos años en el Monasterio Nuestra Señora del Paraná, donde compartía su cotidianidad con una comunidad de hermanas benedictinas, que cada mañana se congregaban a las 11:00 horas en la capilla donde Karlic celebraba Misa.
En un telegrama por la muerte del Cardenal Karlic, el Papa León XIV recordó con gratitud el ministerio de quien definió como “abnegado e íntegro pastor que, durante largos años y con gran fidelidad, entregó su vida al servicio de Dios y de la Iglesia, llevando la luz del Evangelio a diversos ámbitos de la vida y la cultura”.



