“La cruz de Jesús es el mayor descubrimiento de la vida, el valor que modifica todos los valores”, afirmó este sábado el Papa León XIV, al reunirse una vez más con los peregrinos en una nueva Audiencia Jubilar, esta vez dedicada al tema “Esperar es excavar. Elena emperatriz”, basada en el evangelio de Mateo 13,44.
La audiencia jubilar tuvo lugar a las 10:00 horas en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, hasta donde llegaron grupos de peregrinos y fieles para participar de este ciclo de encuentros inaugurado por el Papa Francisco en el marco del Jubileo de la Esperanza, que se llevan a cabo cada 15 días y se suman a las audiencias generales de los miércoles.
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En su discurso, centrado en el tema “Esperar es excavar. La emperatriz Elena”, el Papa León XIV hizo referencia a “un aspecto particular de la esperanza”.
Para ello, comenzó su alocución con un recuerdo de la infancia: “Cuando éramos niños, meter las manos en la tierra tenía un encanto especial. Lo recordamos y quizá aún lo observamos: ¡nos hace bien observar el juego de los niños! Cavar en la tierra, romper la dura corteza del mundo y ver lo que hay debajo”, detalló.
Y aunque aclaró que en la Parábola del tesoro en el campo, lo que Jesús describe “ya no es un juego de niños”; consideró que “la alegría de la sorpresa es la misma”.
La esperanza se reaviva “cuando vamos más allá de la superficie”
“Y el Señor nos dice: así es el Reino de Dios. Es más: así se encuentra el Reino de Dios. La esperanza se reaviva cuando excavamos y rompemos la corteza de la realidad, cuando vamos más allá de la superficie”, observó.
En ese sentido, recordó que, “tan pronto como tuvieron la libertad de vivir públicamente como cristianos, los discípulos de Jesús comenzaron a excavar, en particular en los lugares de su pasión, muerte y resurrección”.
Y centrándose en la figura de Flavia Julia Elena, madre del emperador Constantino, a quien la tradición la recuerda como “el alma de esas investigaciones”, la definió como “una mujer que busca. Una mujer que excava. El tesoro que enciende la esperanza es, de hecho, la vida de Jesús: hay que seguir sus huellas”, destacó.
“¡Cuántas otras cosas podría haber hecho una emperatriz! Qué lugares nobles podría haber preferido a la periférica Jerusalén. Cuántos placeres y honores de la corte”, consideró.
Por eso, advirtió que también nosotros, “podemos acomodarnos en las posiciones alcanzadas y en las riquezas” que dan seguridad, pero advirtió que “así se pierde la alegría que teníamos de niños, ese deseo de excavar e inventar que hace que cada día sea nuevo”.
Señalando que ‘inventar’ en latín significa ‘encontrar’, el Santo Padre aseguró que “el gran ‘invento’ de Elena fue el hallazgo de la Santa Cruz”.
“¡He aquí el tesoro escondido por el que venderlo todo!”, exclamó, enfatizando que “la cruz de Jesús es el mayor descubrimiento de la vida, el valor que modifica todos los valores”.
El Papa León XIV se detuvo en el origen humilde de Elena, quien “había llevado su propia cruz durante mucho tiempo”, sufriendo dolores y decepciones. Sin embargo, rescató que “Elena siempre fue fiel a sí misma: una mujer en busca de algo. Había decidido convertirse al cristianismo y siempre practicó la caridad, sin olvidar nunca a los humildes de los que ella misma procedía”.
Al respecto, reflexionó: “Tanta dignidad y fidelidad a la conciencia, queridos hermanos y hermanas, cambian el mundo también hoy: acercan al tesoro, como el trabajo del agricultor”.
“Cultivar el propio corazón requiere esfuerzo. Es el trabajo más grande. Pero cavando se encuentra, bajándose se acerca cada vez más a ese Señor que se despojó de sí mismo para hacerse como nosotros. Su Cruz está bajo la corteza de nuestra tierra”, insistió.
“Podemos caminar con orgullo, pisoteando distraídamente el tesoro que hay bajo nuestros pies. Si, en cambio, nos volvemos como niños, conoceremos otro Reino, otra fuerza. Dios está siempre debajo de nosotros, para levantarnos en alto”, concluyó.
Finalizado el discurso, el Santo Padre dirigió saludos a los peregrinos y visitantes de distintos países, como también a enfermos, recién casados y jóvenes. En vísperas de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, los exhortó a “caminar siempre, como María, por los caminos del Señor”. A todos ellos impartió su bendición.




