Las calles del centro de Bogotá fueron testigos de una procesión inusual: cerca de 800 sacerdotes las recorrieron el 5 de agosto como parte de la celebración de su jubileo, en el que cada uno recordó la vez que oyó y aceptó el llamado del Señor.

Se trató del Jubileo de los Sacerdotes de la Provincia Eclesiástica de Bogotá (Colombia), que durante el 4 y 5 de agosto reunió a los presbíteros de la Arquidiócesis de Bogotá, del Exarcado Maronita, de las diócesis de Soacha, Fontibón, Engativá, Girardot, Facatativá y Zipaquirá, y del Obispado Castrense.

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Así, desde varios puntos del departamento de Cundinamarca fueron llegando obispos y presbíteros, cada uno con una historia para compartir con sus hermanos de ministerio, fuesen diocesanos o de órdenes religiosas, todos unidos con el lema “Sacerdotes: sembradores de esperanza para la humanidad”.

Los sacerdotes fueron invitados a reflexionar sobre los momentos que han marcado su ministerio. Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN.
Los sacerdotes fueron invitados a reflexionar sobre los momentos que han marcado su ministerio. Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN.

La jornada final comenzó la mañana de ayer en el Santuario de Nuestra Señora del Carmen, en el centro histórico de la ciudad, donde obispos y presbíteros participaron en una adoración eucarística y reflexionaron sobre los momentos que marcaron su vida sacerdotal: el llamado inicial de Cristo, su formación en los seminarios, las dificultades que afrontaron y los versículos de la Biblia que los acompañaron en estos años.

Al lado de los presbíteros, también se arrodillaron frente al Santísimo el presidente del Episcopado, Mons. Francisco Javier Múnera; el Arzobispo de Bogotá, Cardenal Luis José Rueda Aparicio; así como los obispos de Engativá, Germán Medina; de Fontibón, Mons. Juan Vicente Córdoba; el Exarca Maronita, Mons. Fadi Abou Chebel, entre otros.

Culminado el momento de adoración, Mons. Múnera subió al lado del altar para dirigir una “catequesis sobre la vida y el ministerio sacerdotal”, en la que señaló que es importante “aprender a cuidar y a cultivar su persona”, cortando con todo lo que les haga daño y les impide crecer.

El presidente del Episcopado los animó también a sintonizar sus corazones con el Corazón de Jesús “para que puedas sintonizar con la compasión y la misericordia de Jesús”.

Antes de culminar su catequesis, Mons. Múnera les recordó el llamado que hizo el Papa León XIV en su Misa de inicio de pontificado, de trabajar por “una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”.

Una procesión que recorrió la plaza de Bolívar

Cerca del mediodía, los presbíteros y obispos se congregaron en el patio contiguo al templo para, ya con sus vestimentas litúrgicas, iniciar la procesión que los llevaría a la Catedral Primada de Bogotá, donde el Cardenal Rueda Aparicio celebraría la Eucaristía de clausura del Jubileo.

Saliendo del Santuario de Nuestra Señora del Carmen, que es dirigido por los salesianos, los presbíteros que encabezaban la procesión comenzaron a entonar la conocida canción “Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la Casa del Señor”, inspirada en el salmo 122.

La procesión de sacerdotes pasó por delante del Congreso de Colombia. Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN.
La procesión de sacerdotes pasó por delante del Congreso de Colombia. Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN.

Ante la mirada de los transeúntes, los sacerdotes y obispos, presididos por la Cruz del Jubileo, fueron recorriendo con cantos y oraciones las cuatro cuadras de la carrera 5 y calle 10 que los llevó a la plaza de Bolívar, cuya explanada está circundada por el Capitolio Nacional, el Palacio Liévano (sede de la Alcaldía), el Palacio de Justicia y la Catedral Primada.

Así, los cientos de participantes en la procesión rodearon la plaza principal de Colombia antes de ingresar a la catedral, donde fueron recibidos con aplausos por decenas de fieles, quienes se animaron a ingresar a las naves laterales del templo para participar en la Misa.  

Un sacerdote lee la frase del Beato Mariano de Jesús Euse Hoyos: "Sé valiente, piadoso y admirable por tu caridad". Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN.
Un sacerdote lee la frase del Beato Mariano de Jesús Euse Hoyos: "Sé valiente, piadoso y admirable por tu caridad". Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN.

La alegría de ser amigos de Cristo e instrumentos de su perdón

Ya dentro, los presbíteros fueron ocupando las bancas de la nave central, mientras los obispos se instalaban alrededor del altar para concelebrar la Misa con el Arzobispo de Bogotá.

Siguiendo el objetivo de la celebración de este jubileo, los sacerdotes oyeron la lectura del Antiguo Testamento en el que Dios llama Jeremías a convertirse en su profeta, y recitaron la antífona del salmo 110: “´Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”.

Luego de leerse el Evangelio, el Cardenal Rueda dijo a los presbíteros que en el capítulo 15 del Evangelio de Juan “el Señor nos ofrece la alegría misionera”, y como sacerdotes “hay distintos motivos de alegría, de esa alegría del servicio, de la cercanía”.

El Cardenal Luis José Rueda afirmó que las dos fuentes de la alegría de ser sacerdotes es la amistad con Cristo y el “ser instrumento del perdón y de ser perdonados en la confesión”. Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN.
El Cardenal Luis José Rueda afirmó que las dos fuentes de la alegría de ser sacerdotes es la amistad con Cristo y el “ser instrumento del perdón y de ser perdonados en la confesión”. Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN.

En su homilía, el purpurado señaló que las dos fuentes de la alegría de ser sacerdotes es la amistad con Cristo y el “ser instrumento del perdón y de ser perdonados en la confesión”. Sin embargo, les recordó que no es el hombre quien elige a Jesús, sino que es Cristo quien lo llama para que sea pastor de su rebaño.

En ese sentido, les recordó que el patrono de los sacerdotes, el Santo Cura de Ars, “logró tocar el corazón de la gente no gracias a sus dones humanos”, sino comunicándoles su amistad con Dios y que el presbítero teje en la vida cotidiana.

Los sacerdotes fueron invitados a reflexionar sobre los momentos que han marcado su ministerio. Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN.
Los sacerdotes fueron invitados a reflexionar sobre los momentos que han marcado su ministerio. Crédito: Eduardo Berdejo / EWTN.

Sin embargo, el cardenal les advirtió que así como el sacerdote tiene la facultad de reconciliar a sus hermanos con Dios, también está llamado a buscar el perdón de sus pecados a través de la confesión.

“No podemos ocultar que el mal nos busca y nos ataca, nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia y con lo difícil. El mal es fuerte, tiene un poder seductor, atraer, cautiva, eso lo sabemos nosotros”, alertó el arzobispo, y señaló que no basta con el propio esfuerzo para apartarse del mal.

“Se necesita la humildad del pecador que busca un torrente de misericordia, se necesita un amor más grande para vencer el maligno, sin Dios, sin Dios, el sacerdote no puede vencer el mal”, señaló.

“Hermanos sacerdotes —insistió—, no renunciemos a confesarnos, no renunciemos a confesar, más bien redescubramos la belleza del sacramento de la reconciliación y la belleza del perdón de los pecados”.

Luego de la consagración del pan y el vino, el Cardenal Rueda impartió la bendición final, así como la indulgencia plenaria, pues como indicó en su homilía, el pecado deja huellas y “es necesario purificarlas aquí abajo, y eso es lo que se llama indulgencia, o después de la muerte, en el estado que se llama purgatorio”.

“Hoy hemos venido en el jubileo a recibir esa indulgencia, y la llevaremos también a nuestras comunidades, porque los efectos residuales del pecado siguen en nuestras comunidades. Es necesario que busquemos la gracia del perdón de la indulgencia que es Cristo. Así lo decía San Pablo VI”.

La Eucaristía culminó con el rezo cantado del Regina Coeli, luego del cual, los sacerdotes fueron saliendo de la catedral para volver a sus parroquias, confiándole a Dios los frutos del Jubileo.