Hoy celebramos a San Telmo el Confesor, patrono de los navegantes y marineros

San Telmo | San Telmo, 15 de abril / ACI Prensa

Cada 15 de abril la Iglesia celebra a San Pedro González Termo, conocido popularmente como San Telmo (1190-1246), sacerdote español que iniciara su carrera eclesiástica como canónigo en su natal Palencia, y después pasaría a ser miembro de la Orden de Predicadores (dominicos).

“Salvado” por la tradición de la Iglesia

San Telmo es considerado patrono de los marineros, aunque no ha recibido dicho título formalmente. Es curioso que tampoco se haya llamado “Telmo” -lo que ha suscitado algunas confusiones de carácter histórico-. Al parecer el nombre con el que se hizo conocido a lo largo de la historia es una alteración de su apellido materno.

San Telmo ‘el confesor’ fue beatificado en 1254 por el Papa Inocencio IV, y ostenta la condición de ‘santo’ de manera excepcional gracias a la intervención del Papa Benedicto XIV, quien, el 13 de diciembre de 1741, aprobó su culto de manera universal por la vía de la ‘equipollens canonizatio’ [canonización equivalente]. Es decir, en el caso de Telmo, el Papa decidió omitir el proceso tradicional que se sigue para declarar a alguien como ‘santo’. Esto sólo puede ocurrir cuando la veneración de un siervo de Dios proviene desde muy antiguo y se ha mantenido de manera constante a través de los siglos.

Buscando la gloria de este mundo, encontró los tesoros que encierra la humildad

Pedro González nació el 9 de marzo de 1190, en el seno de una prestigiosa familia. Fue natural de Frómista, Palencia (España), donde su tío Tello Téllez de Meneses ocupaba la sede episcopal. El obispo lo favoreció enviándolo a los ‘Estudios Generales’ de la ciudad, nombre con el que se conocía a la Universidad de Palencia. Después lo hizo canónigo y le otorgó el título honorífico de deán -título eclesiástico que suele otorgarse a los canónigos de mayor edad-. Obviamente, “Telmo” no cumplía en ese momento con ese requisito por lo que pasó ante los ojos de todos por el engreído del obispo.

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Con lo que sí cumplía, si es posible decirlo así, era con la habilidad de la elocuencia y una inteligencia por encima del promedio. En los Estudios Generales, Telmo había demostrado claramente su talento para la retórica cristiana u homilética.

Había que levantarse del lodo

No obstante, Dios tiene sus caminos y estos no suelen coincidir con los nuestros. Cuenta la historia que Telmo se presentó para recibir el cargo de deán excesivamente animoso, elegante y montado a caballo. Grande fue su vergüenza cuando el caballo se tropezó y él acabó en el suelo cubierto de fango, apabullado por las carcajadas y burlas de los pueblerinos. Este hecho fortuito y del que otros podrían haberse recuperado fácilmente, a Telmo le golpeó el amor propio. Tras un periodo corto de reflexión tomó un rumbo inesperado: pidió ser admitido en la Orden de Predicadores e ingresar en el monasterio que el mismo Santo Domingo de Guzman había fundado en Palencia.

Fray Pedro fue nombrado capellán militar. Le tocó acompañar a las huestes de Fernando III de Castilla, apodado ‘el santo’, quien reconoció en él su habilidad oratoria y su compromiso espiritual con los soldados. Fernando III -unificador de los reinos de Castilla y de León- lo convocó a su corte y lo nombró su confesor (de ahí que se ganara el epíteto del ‘Confesor’).

Como confesor del rey, lo animó a limitar el poder e influencia de los andalusíes -los árabes invasores de la península ibérica- y por eso se mantuvo cerca de él durante la campaña de conquista de Córdoba y Sevilla. En ambas ciudades San Telmo consagró antiguas mezquitas y las convirtió en templos católicos.

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San Telmo dejaría la corte del rey al final de esta campaña y tomaría rumbo hacia Asturias y Galicia (norte de Portugal). Es de esta época de donde proviene la mayoría de historias sobre milagros concedidos por intercesión del santo. Muchos también se convirtieron por su testimonio de humildad, de cercanía con los pobres y de amor al Señor. Sobre el fraile se dice esto en el Martirologio romano:

«En Tuy, de Galicia, en España, beato Pedro González, llamado vulgarmente “Telmo”, presbítero de la Orden de Predicadores, que trató de ser tan humilde como antes había deseado la gloria, entregándose a ayudar a los más humildes, sobre todo a marineros y pescadores (1246)».

Conocida es la simpatía del santo por los hombres de mar. Con todo, el Señor quiso que sirviera a su Orden en calidad de prior, servicio que realizó en el monasterio de Guimarães, (Portugal).

Al final de su vida, pasando los sesenta años se retiró a Tuy (Galicia). Murió tras caer enfermo en la Pascua de 1246, mientras iba como peregrino a la tumba del apóstol Santiago, el célebre ‘camino de Santiago’.

San Telmo y el Papa Francisco

Tras siglos de espera, la historia de este santo podría dar un giro sorprendente. En el año 2016, la Diócesis de Tuy-Vigo ha iniciado el proceso formal para la canonización de Pedro González, “San Telmo”. Sus devotos de Tuy, Oporto y Frómista se han unido para solicitar oficialmente su canonización al Papa Francisco, quien fuera hace muchos años obispo del barrio de San Telmo, ubicado en Buenos Aires, Argentina.

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