En sus palabras previas al rezo del Ángelus dominical, el Papa Francisco reflexionó sobre las cadenas que oprimen al hombre y señaló que, cuando estas aparecen, lo peor que se puede hacer es dialogar con el diablo porque siempre se pierde, en cambio, alentó a invocar a Jesús quien vino a liberarnos de esas opresiones.
Pontífice explicó que el Evangelio de este 28 de enero “presenta a Jesús liberando a una persona poseída por un ‘espíritu maligno’, que la destrozaba y la hacía gritar sin cesar”.
El Santo Padre indicó a las 20.000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro que el objetivo del demonio es poseer a las personas para encadenar sus almas. Señaló que algunas de estas cadenas son las adicciones; las modas dominantes que empujan al hombre “al perfeccionismo imposible, al consumismo y al hedonismo”, que lo mercantilizan y desvirtúan sus relaciones.