Su elección revela otro aspecto del celo apostólico: la entrega total al Señor. Por supuesto, no todos están llamados a hacer el mismo voto de Kateri; sin embargo, todo cristiano está llamado a comprometerse diariamente con corazón indiviso en la vocación y en la misión que Dios le ha confiado, sirviendo a Él y al prójimo con espíritu de caridad.
Queridos hermanos y hermanas, la vida de Kateri es un testimonio más de que el celo apostólico implica tanto una unión vital con Jesús, alimentada por la oración y por los sacramentos, como el deseo de difundir la belleza del mensaje cristiano a través de la fidelidad a la propia vocación particular.
Las últimas palabras de Kateri son bellísimas. Antes de morir dijo: “Jesús, te amo”. Por tanto, también nosotros, tomando fuerza del Señor, como hizo santa Kateri Tekakwitha, aprendemos a realizar acciones ordinarias de modo extraordinario y así a crecer cada día en la fe, en la caridad y en el testimonio fervoroso de Cristo. No nos olvidemos, cada uno de nosotros está llamado a la santidad, a la santidad de todos los días, a la santidad de la vida cristiana común. Cada uno de nosotros tiene esta llamada. Vayamos adelante por este camino, el Señor no nos faltará.