7 santos que vivieron la extrema pobreza [VIDEO]

7 santos que vivieron la extrema pobreza [VIDEO]
San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, San Juan de Dios, Santa Bernardette, Santo Domingo Savio, San José Cupertino y San Diego de Alcalá.

La Jornada Mundial de los Pobres, que este año se celebrará el domingo 13 de noviembre, fue instituida en 2017 por el Papa Francisco. Los santos también padecieron la pobreza y aquí te presentamos a siete de ellos que la vivieron de modo extremo.

1. San Francisco de Asís

Este es tal vez el más famoso de los santos pobres, que dejó todo para seguir al Señor.

San Francisco nació en una familia acomodada, pero decidió vender todo lo que tenía para dárselo a los pobres y vivir la pobreza, la humildad y la compasión.

En 1210 escribió la regla de los franciscanos, con la pobreza como el fundamento de su orden, que se manifestaba en la manera de vestirse, los utensilios que empleaban y sus acciones. A pesar de todo, siempre se les veía alegres.

2. San Juan de Dios

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Este santo de origen portugués lo dejó todo e incluso simulaba estar loco para así expiar sus pecados.

San Juan de Dios fue llevado a un manicomio y sufrió varias golpizas, porque esa era la forma de tratar a los locos en aquel tiempo. Eso le permitió descubrir que para curar a los enfermos primero debía curarse el alma.

Fundó un hospital para los pobres, donde trabajó incansablemente durante diez años. Murió en 1550, dejando como legado la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.

3. San Ignacio de Loyola

El fundador de la Compañía de Jesús, también conocidos como jesuitas, era el menor de los hijos de una acomodada familia española.

Cuando se reencontró con el Señor, decidió vivir la pobreza y la penitencia. Se vistió como pordiosero y vivió de la providencia.

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Su espíritu lo compartieron sus primeros compañeros, entre ellos San Francisco Javier y San Pedro Fabro.

4. Santa Bernardette Soubirous

La vidente de la Virgen de Lourdes en Francia nació en el seno de una familia que padeció la más absoluta pobreza. En ocasiones no tenían ni alimentos.

Las deudas forzaron a los Soubirous a dejar el molino donde vivían y buscar una casa que tenía un solo cuarto, donde se alojó toda la familia conformada por los padres y sus cuatro hijos.

Para conseguir un poco de pan para sus hijos, los padres Francisco y Luisa tomaban todo trabajo que podían encontrar.

5. Santo Domingo Savio

Era el mayor de los cinco hijos de Ángel Savio, un mecánico muy pobre, y de Brígida, una mujer que aportaba al hogar haciendo costuras para sus vecinas.

A los 12 años, Santo Domingo se encontró por primera vez con San Juan Bosco y le pidió que lo admitiera gratuitamente en el colegio que el santo tenía para niños pobres.

El día de su Primera Comunión, redactó el famoso propósito que dice: "Prefiero morir antes que pecar". Falleció cuando tenía solo 14 años.

6. San José Cupertino

El llamado "santo volador", por sus muchas levitaciones probadas, vino al mundo en un pobre cobertizo ubicado junto a su casa porque el papá, un humilde carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de la vivienda y se la habían embargado.

A los 17 años pidió ser admitido a la orden franciscana, pero no fue aceptado. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo distraído.

José buscó entonces refugio en casa de un familiar que era rico, pero este decía que el joven "no era bueno para nada" y lo echó a la calle. Se vio entonces obligado a volver a la miseria y al desprecio de su casa.

La mamá le rogó insistentemente a un pariente que era franciscano que recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los frailes. Allí fue donde comenzó su impresionante vida de santidad.

7. San Diego de Alcalá

Este hermano franciscano, conocido por los muchos milagros que se obraron por su intercesión en vida, nació en una familia muy pobre en San Nicolás del Puerto, en Sevilla (España).

Toda su vida la vivió pobre y entre los pobres, a quienes sirvió con especial dedicación. Murió en Alcalá de Henares, donde había sido portero y jardinero en un convento durante siete años.

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