El Aula Pablo VI del Vaticano, la misma donde el Papa León XIV recibió a los periodistas que habían cubierto el cónclave en su primera audiencia pública, se convirtió por un día en un comedor gigante para cerca de 1.300 personas pobres. 

“Lo han vivido como un verdadero regalo del cielo”, confiesa Sor Encarnación García, una de las voluntarias que sirvió el almuerzo y que vio, a pocos metros del Papa, cómo rostros marcados por la dureza de la calle y la soledad se iluminaban de dignidad.

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El Aula Pablo VI del Vaticano preparada para el almuerzo. Crédito: Congregación de la Misión
El Aula Pablo VI del Vaticano preparada para el almuerzo. Crédito: Congregación de la Misión

“Fue un momento enternecedor. Estaban radiantes, muy contentos”, explica esta religiosa, consejera provincial de obras de las Hijas de la Caridad de España Centro, que todavía habla conmovida.

El almuerzo fue organizado por la Congregación de la Misión en nombre de todos los misioneros vicencianos del mundo, quienes celebran este año el 400º aniversario del nacimiento de su fundador, y de las Hijas de la Caridad, que también forman parte de la familia vicentina.

El Papa durante el almuerzo. Crédito: Cortesía Sor Encarnación
El Papa durante el almuerzo. Crédito: Cortesía Sor Encarnación

No es la primera vez que el Vaticano organiza un almuerzo así para quienes viven en los márgenes de la sociedad. Desde que el Papa Francisco instituyó en 2016, al final del Jubileo de la Misericordia, la Jornada Mundial de los Pobres, esta comida fraterna se ha convertido en una cita puntual. Pero sí ha sido la primera presidida por el Papa León XIV, convirtiéndose así en un gesto inaugural de su pontificado.

“Algunos se acercaron espontáneamente para saludar al Papa, y él les permitió acercarse y bendecirlos. Ver ese cariño del Papa emociona profundamente”, relata Sor Encarnación.

Sor Encarnación con el limosnero pontificio, el Cardenal Krajeswki, que ha coordinado la Jubileo de los Pobres. Crédito: Cortesía Sor Encarnación
Sor Encarnación con el limosnero pontificio, el Cardenal Krajeswki, que ha coordinado la Jubileo de los Pobres. Crédito: Cortesía Sor Encarnación

La religiosa viajó en avión desde España junto a otras vicentinas y doce personas en situación de vulnerabilidad acompañadas por la institución. “Son personas que viven en la calle, personas que han sufrido mucho, con adicciones… También venían mujeres en situación de vulnerabilidad con sus hijos pequeños”, explica.

Para ellas, este viaje fue más que un simple desplazamiento: “Para muchas fue el primer viaje al extranjero. Han podido conocer Roma como si fueran peregrinos, visitar las basílicas y compartir momentos… Ha sido una oportunidad irrepetible”.

El Papa, sentado en la mesa en la que sirvió Sor Encarnación. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News
El Papa, sentado en la mesa en la que sirvió Sor Encarnación. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News

La transformación del Aula Pablo VI impresionó incluso a quienes están acostumbrados a ver grandes gestos de la Iglesia. “Poder estar cerca del Papa y ver cómo todas las personas invitadas estaban agradecidas, celebrando en una mesa, fue impresionante”, recuerda la religiosa, que sirvió directamente a dos personas situadas en la misma mesa del Pontífice.

La mesa —explica — estaba preparada “con sumo cuidado, con platos, cubiertos y copas y con manteles blancos como en un restaurante, con toda la dignidad que merecen”. Y ese detalle, precisamente ese, lo notaron todos aquellos que suelen comer en bancos de piedra o en comedores improvisados.

El menú, sencillo pero cuidado, incluyó lasaña, escalope con tomate al horno y un babà napolitano con fruta como postre.

Varios niños participaron en la comida. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News
Varios niños participaron en la comida. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News

“Estaban felices. Se sentían acogidos y respetados. Había un ambiente de fraternidad y cercanía que no se puede describir con palabras”, subraya Sor Encarnación.

Para muchos, el encuentro tuvo también el sabor del consuelo espiritual. La comida estuvo precedida por la Eucaristía que el Papa celebró en la Basílica de San Pedro en la que algunos de ellos pudieron participar desde un sitio privilegiado. “Teníamos 5 billetes para las primeras filas de la basílica”, señala. Un pequeño detalle que también tocó profundamente el corazón de los asistentes.

En el Aula Pablo V del Vaticano, 1.300 personas pobres almorzaron con el Papa León XIV. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News
En el Aula Pablo V del Vaticano, 1.300 personas pobres almorzaron con el Papa León XIV. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News

“He visto cómo, gracias a Cristo y a estas oportunidades, se perdonan a sí mismos, se acercan al Señor y experimentan la dignidad de sentirse queridos”, manifiesta.

“Todas las personas tienen la misma dignidad”, recuerda Sor Encarnación, como una advertencia suave pero firme. Lo dice quien ha visto, desde la mesa del Papa, cómo aquellos que siempre permanecen invisibles recuperaban por un día la luz del protagonismo.

Personas vulnerables esperan para entrar en el Aula Pablo VI del Vaticano para el almuerzo. Crédito: Daniel Ibaéz/ EWTN News
Personas vulnerables esperan para entrar en el Aula Pablo VI del Vaticano para el almuerzo. Crédito: Daniel Ibaéz/ EWTN News