Los milagros de Navidad sí ocurren. Uno tuvo lugar durante los 12 días de Navidad hace más de 600 años: un milagro que se ha repetido cada año desde entonces, salvo en un número ínfimo de ocasiones. Con este acontecimiento llegó otro título para nuestra Santísima Madre: Nuestra Señora de las Flores.
Para ser exactos, el milagro tuvo lugar en la tarde del 29 de diciembre de 1336. El lugar: las afueras de Bra (Italia), en el camino hacia Turín, donde se custodia la Sábana Santa de Turín, a unos 43 kilómetros al norte.
Una joven esposa llamada Egidia Mathis, que esperaba el primer hijo del matrimonio, caminaba de regreso a casa aquella tarde de invierno. Al acercarse a uno de los pilares del camino, donde había un fresco de la Santísima Virgen María con el Niño Jesús, vio a dos mercenarios cerca. Egidia se asustó por las miradas amenazantes de ellos e, instintivamente, captó la intención de aquellos soldados a sueldo de hacerle daño. Corrió hacia Nuestra Señora representada en el pilar —una Madre que dio a luz al Niño Jesús en esta época del año— y suplicó ayuda.
Una luz brilló desde el pilar, mientras Nuestra Señora se aparecía. Al mirar María a los mercenarios extranjeros y hacerles un gesto para que se marcharan, ellos huyeron rápidamente, aterrorizados. Nuestra Señora sonrió entonces a Egidia y la consoló, como una madre para su hija, que pronto sería madre, incluso antes de lo esperado. El estrés y la intensidad emocional de la aterradora situación hicieron que la joven diera a luz de inmediato.
La visión y el nacimiento no fueron los únicos acontecimientos felices. Un cercano seto de espinos negros sin hojas que rodeaba la zona alrededor del pilar estaba cubierto de hielo, hasta que de pronto aquel floreció, cubierto de flores blancas, miles de ellas, como si los arbustos estuvieran anunciando dos acontecimientos: la celebración de una nueva vida, de la Madre y de la madre.
Egidia corrió a casa con su recién nacido, emocionada por contar a todos lo que acababa de suceder. Describió el acontecimiento a su esposo, y él se lo relató a sus parientes y amigos; todos compartieron la asombrosa historia de la aparición de nuestra Santísima Madre y del milagro de los espinos negros con sus vecinos, y toda la ciudad corrió a ver el milagro de la Madonna dei Fiori (Nuestra Señora de las Flores).