El Papa León XIV ha sorprendido este año a los fieles recuperando una tradición que no se había visto con frecuencia en los últimos años: los saludos de Navidad en decenas de idiomas, entre ellos chino, árabe, español y latín, durante la bendición Urbi et Orbi, a la ciudad y al mundo, desde el balcón central de la basílica de San Pedro.

La facilidad del Santo Padre con los idiomas, demostrada incluso en su reciente visita a Ankara (Turquía), cuando saludó en turco a los soldados, ha permitido que esta Navidad retome los saludos en numerosas lenguas, reforzando así el carácter global de la celebración.

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La iniciativa rememora las costumbres de san Juan Pablo II y Benedicto XVI, quienes también acostumbraban a dirigirse a los fieles en distintas lenguas.

La primera Navidad del Papa León XIV ha estado repleta de novedades. La primera fue el retraso de la Misa de Nochebuena hasta las diez de la noche, frente a las siete habituales desde la pandemia de COVID-19. Históricamente, la celebración tenía lugar a medianoche, aunque Benedicto XVI decidió adelantarla dos horas en 2009.

A pesar de la tardía ceremonia, el Papa ha celebrado también la Misa de Navidad a las diez de la mañana (hora local) este jueves 25 de diciembre, algo que no se veía desde 1994, en tiempos de san Juan Pablo II.

La mañana de Navidad incluyó también una sorpresa para los fieles: instantes antes de impartir la bendición apostólica, León XIV recorrió la Plaza de San Pedro en el papamóvil para saludar y felicitar personalmente a los miles de asistentes que le han esperado durante horas bajo la lluvia.

León XIV recorrió la Plaza de San Pedro en el papamóvil. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News
León XIV recorrió la Plaza de San Pedro en el papamóvil. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News

Según el programa previsto, el 26 de diciembre el Papa se trasladará a Castel Gandolfo para descansar fuera de la Ciudad Eterna. Regresará al Vaticano para presidir el tradicional Te Deum de fin de año en la basílica de San Pedro, acompañado por ciudadanos de Roma, y posteriormente acercarse al belén y al árbol de la plaza de San Pedro, siguiendo otra de las costumbres navideñas del pontificado.