Dentro de quienes apuestan, el estudio observa una mayor presencia, frecuencia y montos apostados por parte de los varones. La edad de inicio está asociada a la apertura de billeteras virtuales, que actualmente ocurre en torno a los 13 años.
En general, el ingreso se da por apuestas deportivas, especialmente las de fútbol. Sin embargo, los sitios de apuestas online legales e ilegales tienen una oferta diversa en sus plataformas, que también incluye un casino virtual y videojuegos monetizados, señala el informe.
Factores que agravan la situación
Hay algunos factores que agravan y hacen menos detectable el comportamiento en los menores, como el bono de bienvenida que las empresas otorgan como regalo para incentivar la práctica de juego.
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Ese incentivo puede servir a los chicos por un tiempo prolongado, y luego continúan con una apuesta baja llamada “hormiga” que dificulta también la detección de los movimientos bancarios.
También complejiza la situación la existencia de “cajeros”, es decir, personas que intermedian en el juego gestionando las apuestas a cambio de una comisión, y posibilitan que los menores se salten los filtros por edad.
Además, entran en escena los prestamistas informales que contactan a los jóvenes y les ofrecen dinero, haciéndolos ingresar en un espiral de endeudamiento, ansiedad, desesperación, amenazas, extorsiones y consecuencias graves para la salud mental, la seguridad y el entorno familiar.
También la publicidad — uno de los puntos principales que se intentan regular con la ley que aguarda ser tratada en el Senado—, funciona como un anzuelo que invita constantemente a apostar. Esa motivación externa es indispensable para multiplicar el ingreso de niños y jóvenes, sobre todo cuando lo que se promociona es el bono de bienvenida.
Los influencers tienen un rol fundamental. Con contenido consumido en su mayoría por adolescentes y jóvenes, y no tanto por adultos, canalizan gran parte de la publicidad que los chicos consumen sin mayor supervisión.
En Argentina, la Línea 102 es un servicio gratuito y confidencial de atención a niños y adolescentes. Se trata de un espacio de escucha, ayuda, acompañamiento y contención.