El Secretario Ejecutivo de la Comisión Episcopal de Pastoral Social en Argentina, Fernando Barilatti, participó de un panel impulsado por la Comisión de Salud del Senado para abordar el problema creciente de la ludopatía, en especial en jóvenes y adolescentes, en el marco del proyecto de ley para regular las apuestas online.
En su intervención, Barilatti recordó el documento “Apostar no es un juego” publicado por la Comisión de Pastoral Social en julio de 2024, y elaborado con el aporte de más de 50 equipos de todo el país, donde expresaban “profunda preocupación frente al avance de las apuestas en línea y sus consecuencias en comunidades, barrios y centros educativos”.
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Al respecto, señaló que dada la gravedad y el daño generalizado de las apuestas en todo el territorio, “hubo un consenso unánime” para un documento conjunto de carácter nacional.
También mencionó una carta que el pasado 10 de febrero enviaron a la Vicepresidenta de la Nación, en el que lamentaban que en las distintas provincias, “en las escuelas de ciudades y pueblos, en los clubes y en tantos lugares, este flagelo no se detiene y, a costa del negocio de algunos inescrupulosos, estamos generando una sociedad de ludópatas, fomentando la cultura de la ‘timba y del azar’ en lugar de intensificar la cultura del trabajo”.
“La publicidad de los sitios de apuestas está fomentando esta adicción. Se trata de una seductora propuesta que genera adictos a una enfermedad que pone en juego la vida. Y esto lo vemos permanente en nuestras comunidades”, alertaban.
También advirtió sobre la expansión acelerada de las apuestas online en el país, “alcanzando a adolescentes y jóvenes con una intensidad preocupante” y lo calificó como “un fenómeno que combina accesibilidad ilimitada, fuerte exposición publicitaria y riesgos económicos, psicológicos y sociales de gran magnitud”.
En cuanto a las razones de dicha expansión “sin límites”, se centró en la sociedad que “no solo lo permite, sino que lo promueve”.
Entre los “factores de riesgo” que agravan la problemática, mencionó: el acceso temprano a entornos digitales, con una edad promedio de 9 años para obtener el primer celular, etapa en la que “el cerebro aún en desarrollo los hace más propensos a conductas impulsivas”; el diseño adictivo de las plataformas, que impacta con mayor fuerza en niños, adolescentes y personas en situación de vulnerabilidad; las prácticas invisibles, pues las apuestas “suelen ocurrir en la clandestinidad”, lo que intensifica el aislamiento; y la ausencia de una legislación adecuada, que deja desprotegidas a las nuevas generaciones.
¿Qué tipo de país queremos ser?
El secretario de la Pastoral Social reiteró que las apuestas no son un juego y que no existe un “consumo saludable” de ellas, con daños asociados a nivel de salud psíquica y también en el tejido social.
En el marco de una sociedad donde muchos no pueden satisfacer sus necesidades básicas, Barilatti advirtió sobre los “mercaderes de la muerte” que se benefician de la debilidad y la desgracia ajena, con mayor campo de acción donde la población está desamparada por el Estado y olvidada por la sociedad en general.
“¿Qué tipo de país queremos ser? ¿Estamos los adultos dispuestos a asumir la responsabilidad de cuidar el tejido social, especialmente allí donde es más frágil? ¿Tenemos la decisión firme de generar entornos saludables que favorezcan el desarrollo integral de las personas? ¿Podemos aspirar a cierta coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos?”, cuestionó.
Y continuó: “Por un lado, les decimos a los jóvenes que deben esforzarse y estudiar; pero, al mismo tiempo, multiplicamos las propuestas que los invitan a ‘vivir de la timba’, con la ilusión engañosa de la vida fácil”.
“Promovemos el deporte asociado a la vida saludable, pero lo utilizamos para difundir mensajes subliminales y dañinos, como la publicidad de las plataformas de apuestas en línea”, añadió Barilatti.
Asimismo, indicó que, en las escuelas, se exhorta a los niños que se traten con respeto, “que se valoren mutuamente, que sean amables y sinceros”. Sin embargo, “fuera de las aulas, la sociedad está impregnada de violencia y confrontación permanente”, sostuvo.
Y refiriéndose al proyecto de ley, que incluye en sus líneas la elaboración de “lineamientos pedagógicos” para que las instituciones educativas realicen jornadas educativas de sensibilización sobre la problemática de la ludopatía, pidió no cargar sobre la escuela “la tarea de reparar todo lo que la sociedad destruye a su alrededor”.
Finalmente, en un mundo complejo para niños y adolescentes, llamó a los adultos a recuperar la “solidaridad intergeneracional”, la capacidad de pensar en los que vienen detrás.
“Es urgente que, desde una mirada integral, comencemos como sociedad a tomar decisiones que promuevan una verdadera Cultura del Cuidado, en especial hacia quienes son más vulnerables”, remarcó.
“El Estado tiene la obligación de proteger la salud y los derechos de los niños, niñas y adolescentes, frente a una industria que utiliza estrategias digitales altamente persuasivas y que puede generar graves consecuencias personales, familiares y sociales”, sentenció, llamando a tener “el coraje y la valentía de poner el bien común por encima de los intereses económicos de unos pocos”.
Los datos de las apuestas en Argentina
El informe Apostar no es un juego, publicado en septiembre de 2024, relevó datos en 360 localidades de las 24 provincias argentinas, entrevistando a más de 9.000 personas, hombres y mujeres, de 15 a 29 años. La investigación reveló que casi el total de los adolescentes y jóvenes escucharon hablar de apuestas online.
Según los resultados, cuatro de cada diez adolescentes apuesta actualmente o apostó recientemente; y tres de cada cuatro apostadores le dedican hasta dos horas diarias.
Un 30% de los apostadores ha experimentado ansiedad o estrés por el hecho de no haber podido realizar una apuesta, y la mayoría de los apostadores (60%) consideran que ganan por efecto del azar, en especial quienes apuestan en casinos. Sin embargo, uno de cada cinco cree que el resultado depende de sus conocimientos sobre el deporte o disciplina en el que apuestan.
Los adolescentes y jóvenes apuestan el equivalente a dos de cada tres pesos que reciben de sus padres para sus gastos cotidianos; y tres de cada cuatro entrevistados conocen amigos, amigas o allegados que realizan apuestas en línea.




