La inminente visita del Papa León XIV al Líbano, prevista para inicios de diciembre, llega en un momento de gran fragilidad para el país, con una nueva oleada de bombardeos israelíes que han sacudido varias localidades cercanas a la frontera.
“Estamos así con ataques continuados desde hace casi dos años y medio. Pero nunca hemos evacuado, nunca hemos dejado nuestro pueblo”, asegura el párroco maronita P. Tony Elias desde la localidad fronteriza de Rmeich, un pueblo cristiano situado a pocos metros de Israel.
Rmeich, explica, es una de las localidades cristianas más grandes del sur del Líbano. “No podemos marcharnos, porque si lo hiciéramos no habría nadie que reconstruyese, nadie que protegiera nuestro pueblo”, asegura en conversación con ACI Prensa.
La situación de las aldeas vecinas confirma su temor: “Los pueblos a derecha e izquierda están totalmente destruidos. Han lanzado misiles desde allí y han sido arrasados como respuesta”.
Rmeich, en cambio, sólo sufrió algunos daños estructurales durante los recientes ataques: “Algunas casas han sido golpeadas, proyectiles han caído sobre coches y tejados… pero gracias a Dios hemos logrado proteger nuestro pueblo”, describe.
Los libaneses conservan aún en la memoria colectiva la devastación de la guerra de 2006 entre Hizbulá e Israel. Aquel conflicto, que se prolongó seis semanas, dejó 1.300 libaneses y 165 israelíes muertos, y arrasó pueblos enteros y varios barrios de Beirut.