El Papa León XIV dirigió una carta a los seminaristas del Seminario Mayor Arquidiocesano “San Carlos y San Marcelo” de Trujillo, donde él sirvió como profesor y director de estudios durante sus años de servicio en Perú.
En su misiva, el Santo Padre recuerda el verdadero propósito de los seminarios e invita a los candidatos a redescubrir la belleza del sacerdocio como una entrega total de la vida a Cristo. Les anima a tener un corazón limpio, a cultivar la oración y la doctrina y a huir de toda visión mundana del ministerio.
La carta del Papa se enmarca en la celebración de los 400 años de la fundación del seminario trujillano, erigido el 4 de noviembre de 1625 por el entonces Obispo de Trujillo, Mons. Carlos Marcelo Corne.
El sacerdocio, un don total de la existencia
Al comienzo de su carta, el Pontífice afirma que la primera tarea de quienes aspiran al sacerdocio es “estar con el Señor, dejar que Él los forme, conocerlo y amarlo, para poder asemejarse a Él”, y explica que el seminario es el lugar donde esta experiencia puede vivirse de manera concreta.
Durante los años de formación, el Papa subraya la importancia de “dejar que el Señor aclare las motivaciones y purifique las intenciones”, recordando que el sacerdocio no debe entenderse como “una meta externa ni una salida fácil a problemas personales; tampoco como una huida de aquello que no se quiere afrontar, ni un refugio ante dificultades afectivas, familiares o sociales”. Más bien, insiste, se trata de “un don total de la existencia”.