Hoy, 14 de abril, la Iglesia celebra el Tercer Domingo de Pascua. Han pasado ya dos semanas desde el Domingo de Resurrección -el mayor de todos los domingos- y seguimos adentrándonos, paso a paso, en el tiempo litúrgico más importante del año: el Tiempo Pascual.
La Pascua es la gran celebración de la resurrección del Señor de entre los muertos. Esta celebración, que se prolonga durante cincuenta días, sigue siendo para la Iglesia como “un solo día”. Esta es la dinámica espiritual que acabamos de vivir durante la octava de Pascua, y que ahora ha de prolongarse hasta la Ascensión del Señor y el domingo de Pentecostés.
El Tiempo Pascual es un periodo especial en el que los cristianos estamos invitados a vivir la alegría, glorificada por la victoria definitiva de Cristo sobre el pecado y la muerte. Este gozo habrá de expresarse frecuentemente a través de la aclamación ¡Aleluya!, muy presente en la liturgia y que debe resonar también en lo cotidiano.